Después de lidiar con un cáncer de páncreas en fase IV durante unos 10 meses, me dijeron que podría ser candidata a la intervención de Whipple, una cirugía abdominal mayor para extirpar partes tumorales del páncreas, tal vez la mitad de mi estómago, mi duodeno, partes de mi hígado y cualquier otra zona sospechosa.
La intervención de Whipple es la única cura conocida para el cáncer de páncreas y suele realizarse en pacientes con cáncer que no se ha extendido más allá del páncreas. Una vez que el cáncer de páncreas comienza a desplazarse a otros órganos, se piensa que probablemente se ha extendido por todo el cuerpo, sea o no visible en una exploración. En un caso típico de estadio IV, como el mío, a los pacientes se les da una esperanza de vida media de tres a seis meses y se les trata con quimioterapia paliativa con la esperanza de que el cáncer pueda frenarse; sin embargo, casi siempre es letal bastante pronto después de que haya hecho metástasis.
Me convertí en candidata a la intervención de Whipple porque sobreviví 10 meses después del diagnóstico -actualmente me siento bastante bien- y las tomografías y resonancias magnéticas indicaron que los tumores de mi hígado y páncreas habían disminuido. Dado que la cirugía es la única cura conocida, me sentí muy tentada a seguir adelante con el procedimiento, aunque posiblemente pusiera en peligro mi vida.
El cirujano que iba a realizar el procedimiento tiene experiencia y habría sido asistido por uno de los mejores equipos del país. Cuando me dijo: «La verdad es que es una elección muy fácil», entendí que debía seguir a mi corazón. Instintivamente, sentí que me estaba diciendo que este procedimiento tendría más perjuicios que beneficios. Decidí no hacerlo y arriesgarme mientras mi salud siguiera siendo buena, en lugar de morir tras una dura recuperación de la operación. En este momento, lo único que sé es que me siento lo suficientemente bien como para moverme y seguir adelante. ¿Qué más se puede pedir? -Sal Risa
Comentario
Conocí a Sal en la sala de espera de mi dentista. Empezamos a charlar sobre la escritura de ficción y me enteré de que era autor. Cuando mencioné mi trabajo como profesor en una facultad de medicina, Sal me confió que tenía cáncer de páncreas. Este breve e impactante encuentro dio lugar a un intercambio de direcciones de correo electrónico. Parece que la sala de espera es una metáfora adecuada de la condición humana: En lugar de limitarse a esperar, tómese el tiempo para conectar, compartir y aprovechar al máximo el momento fugaz.
CAROLINE WELLBERY, MD
Recursos
Sociedad Americana del Cáncer http://www.cancer.org/cancer/pancreaticcancer
Pancreática http://pancreatica.org/
Instituto Nacional del Cáncer http://www.cancer.gov/cancertopics/types/pancreatic