Aunque los dueños de mascotas pueden tener montones de datos anecdóticos que demuestran que los gatos son más inteligentes que los perros o viceversa, hay pocas pruebas científicas que respalden esas afirmaciones.
Simplemente mirando la estructura de los cerebros de los animales sólo se revela mucho sobre su inteligencia.
El cerebro de los gatos representa alrededor del 0,9 por ciento de su masa corporal, mientras que el de los perros supone el 1,2 por ciento de su masa corporal.
Pero algunos científicos sostienen que el tamaño del cerebro no es la clave de la inteligencia. El número de neuronas entre las dos especies cuenta una historia diferente.
Dentro de la corteza cerebral -la región del cerebro responsable del procesamiento de la información, la resolución de problemas y la percepción, entre otras cosas- los gatos tienen 300 millones de neuronas, frente a los 160 millones de los perros.
En los últimos años, varios estudios han empezado a demostrar lo inteligentes que son los perros. Por ejemplo, los caninos pueden clasificar los objetos en categorías (evidencia del pensamiento abstracto) y averiguar lo que las personas están pensando, hasta cierto punto, una habilidad llamada teoría de la mente.
Sin embargo, hay una importante falta de estudios sobre la cognición felina, lo que puede tener que ver con la dificultad de trabajar con gatos.
En 2009, los investigadores trataron de determinar si los gatos son capaces de distinguir entre diferentes cantidades de objetos, una habilidad que demostraron previamente en los peces. «Puedo asegurar que es más fácil trabajar con peces que con gatos», dijo a Slate el psicólogo comparativo Christian Agrillo.
Al final, la investigación demostró que los gatos pueden ser entrenados para discriminar cantidades, pero no tienen intrínsecamente la habilidad como algunos otros animales.
Otro estudio descubrió (tras muchas dificultades) que los gatos podían seguir gestos de señalización como los perros, lo que sugiere que también tienen una teoría mental rudimentaria.
La investigación también demostró que los gatos y los perros pueden resolver rompecabezas sencillos para conseguir comida, pero cuando el rompecabezas es irresoluble, los perros buscarán la ayuda de los humanos, mientras que los gatos seguirán intentándolo.
Esto no demuestra en última instancia que los perros sean más inteligentes, solo que su interacción significativamente más larga con los humanos (fueron domesticados al menos 20.000 años antes que los gatos) les otorga mejores habilidades sociales con los humanos.
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