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- El estrés de hacer malabares con todo lo que necesitas para encajar en una semana ajetreada. Este es el tipo de estrés que puedes sentir si tienes un plazo de entrega de un trabajo trimestral más un examen de matemáticas mañana, y tienes que encontrar tiempo para hacer tus deberes normales, dar clases particulares al niño del que eres tutor y, oye, no te olvides de la clase de baile.
- El estrés que sientes antes de un evento que te pone nervioso. Este es el estrés que hace que te suden las palmas de las manos antes de recitar tus líneas en la obra de teatro del colegio, dar una presentación a tu clase o abrocharte el cinturón para hacer el examen de conducir.
- El estrés persistente que sientes por cosas que ocurren en tu vida diaria. Tal vez sea un malentendido con un buen amigo o estar pensando si invitarás a tu enamorado a una fiesta.
- Situaciones en las que el dolor sigue llegando, dejando a una persona en un estado constante de miedo y vigilancia. Cuando las personas se encuentran en situaciones como el acoso escolar o las familias abusivas, nunca saben cuándo la violencia levantará su fea cabeza. Vivir en este tipo de situaciones puede desgastar nuestra respuesta al estrés y ponernos en sobrecarga de estrés.
- El estrés que hace que las personas pierdan su equilibrio emocional y reaccionen de forma autodestructiva. A veces, las personas reaccionan al estrés de forma que causan más estrés o se autolesionan, como cortarse, huir o abusar de las drogas y el alcohol.
- El estrés que se acumula o aparece tan repentinamente que una persona se siente asustada, abrumada o deprimida. Cuando el estrés empieza a interferir en la capacidad de disfrutar de la vida cotidiana, es grave.
- No ignores un gran problema, esperando que desaparezca.
- Busca ayuda para averiguar cómo vas a afrontarlo. Cuando el estrés se acumula de manera que se vuelve inmanejable, no siempre es posible ver una salida o una respuesta clara sobre qué hacer. En estos casos, es probable que necesites ayuda para hacer frente a la situación que te está creando un estrés grave. Aquí es cuando es el momento de acudir a un padre, consejero, terapeuta, líder religioso, profesor, entrenador o alguien en quien confíes y pedir ayuda.
- Trabaja en la construcción de tus mecanismos de afrontamiento. Gestiona el estrés diario estableciendo pequeños objetivos y dividiendo los grandes en trozos manejables. Es menos probable que se sienta abrumado, y hacerse cargo de las cosas pequeñas puede ayudarle a sentirse mejor. No te rindas.
- Sé amable contigo mismo. Las prácticas que construyen el bienestar y la felicidad funcionan para contrarrestar incluso los mayores desafíos. La meditación, encontrar cosas por las que estar agradecido, hacer lo que te gusta, estar con gente positiva, reconocer lo bueno que hay en ti mismo… todo esto puede ayudar a construir la resiliencia interior e inclinar la balanza en una dirección más positiva.
El estrés es una de esas palabras que usamos tan a menudo que puede ser difícil saber qué significa. El estrés viene en diferentes grados: ¿Lo que sientes es tensión, estrés o estrés?
Estres cotidiano
Cuando hablamos del primer nivel de estrés, nos referimos a las presiones habituales de la vida diaria. Por ejemplo:
Los factores de estrés cotidianos no siempre son fáciles, pero tampoco son grandes desastres. De hecho, un poco de estrés cotidiano puede ser bueno. Por ejemplo, el estrés que la mayoría de nosotros sentimos antes de presentar en clase aumenta nuestra adrenalina y nos ayuda a rendir al máximo.
Cuanta más práctica adquirimos en el manejo de los desafíos cotidianos, mejor nos hacemos cargo de los desafíos en general. Cuanto mejor nos manejemos, menos estresados nos sentiremos. Es como aprender a montar en bicicleta de niño: Los baches en el camino pueden parecer bastante aterradores cuando te tambaleas y empiezas. Pero cuantos más baches se dan, más confianza se adquiere. Antes de que nos demos cuenta, estamos equilibrados y en control.
El estrés cotidiano simplemente llama la atención sobre una situación que requiere atención. Nos recuerda que debemos reducir la velocidad, estabilizarnos, concentrarnos y prepararnos. Abordamos estos factores estresantes cotidianos estudiando para los exámenes, practicando una presentación en clase o pensando en cómo solucionarlo con un amigo. Una vez que nos ponemos a trabajar para encontrar una manera de resolver el problema, la presión y el estrés se alivian.
Situaciones vitales difíciles
Más allá del estrés cotidiano, está el estrés que puede provenir de las situaciones vitales difíciles, aquellas que son bastante desafiantes pero que no ocurren todos los días. No tenemos tanta práctica en lidiar con estos estresores de tamaño medio (¡por suerte!).
La mudanza, el divorcio, una ruptura dolorosa, la muerte de alguien cercano, las emociones difíciles, los conflictos familiares… estas cosas pueden crear un estrés que lleva más tiempo resolver.
Puede parecer que los sentimientos que vienen con estas situaciones estresantes nunca desaparecerán. Pero las habilidades de afrontamiento que hemos construido al lidiar con el estrés cotidiano pueden entrar en acción para ayudar – incluso si no nos damos cuenta.
El estrés que viene con situaciones difíciles de la vida se siente más fuerte y dura más tiempo que el estrés cotidiano. Puede ser útil aprender más sobre cómo otras personas han lidiado con una situación similar; hablar sobre lo que está pasando con alguien cercano; y obtener apoyo u orientación para ayudarle a resolver, hacer frente o adaptarse a su situación específica.
A veces, sin embargo, el estrés puede superar nuestra capacidad de hacer frente. Tal vez el estrés es demasiado fuerte, nuestras habilidades de afrontamiento no están ahí, o el problema que tenemos es demasiado grande. Es entonces cuando el estrés puede volverse grave.
Estresión grave
El estrés grave puede provenir de una crisis personal, un desastre, una crisis de salud o una condición de salud mental que se siente fuera de control.
Algunas de las cosas que pueden llevar a las personas a experimentar estrés grave son:
El TEPT es un ejemplo de estrés grave e intenso. El TEPT es un tipo específico de reacción al estrés causada por un acontecimiento traumático tan intenso que supera la capacidad de la persona para afrontarlo.
El estrés grave no es en absoluto rutinario. Con los tipos de estrés graves, es probable que necesites algo de ayuda y apoyo extra.
Cuando el estrés es grave, abordarlo con estas ideas en mente puede ayudar: