Calor de hierro, subido originalmente por incuboy.
Calor de hierro, subido originalmente por incuboy.
Ok, esto es inaudito (al menos para mí): En Vancouver hace hoy más calor que en Clil. Increíble. En el interior hace el suficiente calor como para sudar por el más mínimo esfuerzo (por ejemplo: girar un destornillador en un tornillo para volver a poner las persianas en las ventanas). Y cuando sales al exterior recibes una ráfaga de aire caliente, no muy diferente a lo que ocurre cuando uno abre la puerta del horno mientras aún se están asando las patatas. Y recuerde que Vancouver es, en su mayor parte, un lugar sin aire acondicionado, excepto, por supuesto, las cadenas de cafeterías, supermercados, centros comerciales, etc. Los negocios promedio de BC no se molestan en instalar aires acondicionados porque rara vez se necesitan aquí. Hay que tener en cuenta que para nosotros en BC el verano significa un puñado de días bonitos (es decir, temperatura ambiente como mucho) con mucha lluvia entre medias, y sólo muy ocasionalmente días de temperaturas superiores a 25C. Hoy hemos alcanzado máximas de 34C (93F) que se mantuvieron hasta bien entrada la noche. Ahora a las 10 de la noche por fin hace «fresco» – 28C.
Hay muy poco que pueda hacer en estas condiciones climáticas, además de notar lo que me pesa y es insoportable en estas condiciones:
– Escribir en el blog en su computadora portátil cuando en realidad está sentado en su regazo (a menos que quiera tener marcas de la computadora portátil en sus muslos)
– Usar joyas – o usar cualquier cosa, para el caso. Incluso la noción de ponerse alguna fragancia me parece exagerada. Me limito a lo básico: jabones con aroma a vetiver y mi abanico de sándalo para mantener la cordura.
– Hornear o cocinar (hoy he asado berenjenas para el babaganoosh para la cena, ¡gran error!)
– Encender velas, perfumadas o no: aunque hacen que la habitación huela fabulosamente, también calientan el lugar incluso en pequeños incrementos. Y uno no quiere que eso ocurra.
– Y prácticamente cualquier otra cosa que tenga un propósito distinto al de refrescarse.
Por otro lado, el calor está haciendo que me comporte de la manera más incivilizada. Por ejemplo, hoy me he comprado unos pantalones cortos, algo que no hacía desde que tenía unos 11 o 12 años. En cualquier día normal me opongo principalmente a llevar pantalones cortos (simplemente creo que son la prenda más horrible jamás inventada y no me pillarás muerto llevándolos). Este tiempo me está afectando a la moral.
Y en otra nota completamente extraña, me encuentro extrañamente impaciente por hacer alguna preparación aromática que sea totalmente desordenada. Mañana estoy planeando liberar todos los brotes de lavanda de sus tallos (los conseguí de Montrose Farm de Bowen Island en el mercado de agricultores de West End). Quiero hacer más sales de baño y exfoliantes de azúcar. Y, sobre todo, quiero ponerme por fin a hacer mis propios conos de incienso. Si no fuera por la desadvante humedad, esto es lo que habría hecho hace una semana cuando todo se descontroló… Sin embargo, es posible que mañana no pueda controlarme y me ponga a trabajar en ese incienso de todos modos. Y si no se me queman las piernas por llevar pantalones cortos y teclear en el portátil, hasta escribiré en el blog.