Algunas democracias representativas y constitucionales tienen un sistema de gobierno presidencial, que se basa en la separación y reparto de poderes entre tres ramas independientes y coordinadas del gobierno: legislativo, ejecutivo y judicial.
Estados Unidos es el creador y principal ejemplo del sistema presidencial, un modelo que sólo se sigue en otras pocas democracias, como Argentina, Brasil, México y Filipinas.
El sistema presidencial, a diferencia de la forma parlamentaria de la democracia, tiene un jefe ejecutivo fuerte e independiente con amplios poderes relacionados tanto con los asuntos domésticos, o internos, como con la política exterior. La independencia del presidente respecto al poder legislativo se basa en la elección por parte del pueblo, al que debe rendir cuentas directamente, y no al poder legislativo, como en el sistema parlamentario. Además, la constitución otorga fuertes poderes al jefe del ejecutivo en un sistema presidencial.
En el documento número 70 de «El Federalista», Alexander Hamilton argumentó a favor de una presidencia fuerte, tal como lo establece la Constitución de Estados Unidos. Escribió,
En el sistema presidencial de Estados Unidos, el Presidente es a la vez el principal ejecutivo del gobierno y el jefe de Estado. El Presidente supervisa la rama ejecutiva del gobierno, que incluye el gabinete, o los jefes de varios departamentos ejecutivos, y varias oficinas y agencias administrativas. El jefe del ejecutivo y los funcionarios ejecutivos subordinados tienen el poder y el deber de cumplir y hacer cumplir las leyes y administrar los asuntos cotidianos del gobierno. En particular, el Presidente comanda las fuerzas armadas y es responsable de la defensa del país contra el desorden interno y los ataques extranjeros.
Los poderes legislativo y judicial, separados e independientes, que comparten el poder con el ejecutivo, impiden que la fuerte autoridad ejecutiva del sistema presidencial de la democracia sea excesiva o abusiva. El Congreso bicameral, formado por la Cámara de Representantes y el Senado, es el poder legislativo o legislador del gobierno de Estados Unidos. El poder judicial, que interpreta y aplica la ley en casos concretos, incluye el Tribunal Supremo, los tribunales de apelación intermedios y los tribunales de distrito en el nivel de entrada de la jurisdicción.
Hay controles y equilibrios entre los tres poderes separados del gobierno, que impiden que uno de ellos domine continuamente el gobierno, como hace el legislativo en el sistema parlamentario de la democracia. A diferencia de la democracia parlamentaria, que permite la celebración de elecciones cada vez que el gobierno pierde el apoyo de la mayoría del parlamento, los funcionarios elegidos en un sistema presidencial cumplen mandatos estrictamente establecidos. En Estados Unidos, por ejemplo, el Presidente dura cuatro años, los miembros del Senado seis y los de la Cámara de Representantes dos. Los miembros de la judicatura federal de Estados Unidos son vitalicios, a menos que decidan retirarse del cargo.
En Estados Unidos, el Presidente, otros funcionarios del ejecutivo y los miembros del poder judicial pueden ser destituidos a través de un proceso constitucionalmente prescrito de impugnación y condena, pero esto ha ocurrido sólo en raras ocasiones. Los miembros del Congreso pueden obligar a sus homólogos a abandonar su cargo por un comportamiento poco ético o delictivo. Esto también ha ocurrido con poca frecuencia. Por lo general, los ciudadanos no tienen forma de obligar a un presidente impopular a abandonar el poder o de cambiar la composición del Congreso antes de las elecciones programadas regularmente. Por lo tanto, los principales funcionarios legislativos y ejecutivos en un sistema presidencial de democracia son menos inmediatamente responsables ante el pueblo que los de un sistema parlamentario.
Los defensores del sistema presidencial de democracia afirman que es más estable que la alternativa parlamentaria. También afirman que sus complejos mecanismos de poderes separados y compartidos, controles y equilibrios, requieren mucha más deliberación y compromiso de los diferentes intereses a la hora de elaborar las leyes que lo que ocurre en el sistema parlamentario, mejorando así la calidad de la legislación. Por último, los partidarios de la forma presidencial de la democracia sostienen que, mediante la separación de poderes con controles y equilibrios entre las ramas coordinadas, el sistema presidencial es la mejor manera de lograr un gobierno limitado y la protección de los derechos individuales, especialmente los derechos de las minorías.
Por John Patrick, Understanding Democracy, A Hip Pocket Guide (Oxford University Press)