Encontrar un buen equilibrio familiar
Los gritos pueden estar volviéndote loco, pero evita meterte en medio de una discusión a menos que un niño esté en peligro de salir herido. Intenta dejar que tus hijos resuelvan sus propios problemas. Intervenir no enseñará a tus hijos a manejar los conflictos, y puede hacer que parezca que estás favoreciendo a un niño en detrimento de otro, especialmente si siempre estás castigando al mismo.
Algunos desacuerdos son más fáciles que otros para que los niños los resuelvan por sí mismos. Estos son algunos consejos para resolver el conflicto cuando las peleas entre hermanos se intensifican hasta el punto de que ya no puedes mantenerte al margen:
Separa. Saca a tus hijos del ring y deja que se calmen en sus propios rincones: sus habitaciones. A veces, todo lo que los niños necesitan es un poco de espacio y tiempo lejos del otro.
Enseña a negociar y a llegar a un acuerdo. Enseña a tus hijos a resolver las disputas de forma que satisfagan a los dos hermanos implicados. Primero, pídeles que dejen de gritar y empiecen a comunicarse. Dé a cada niño la oportunidad de expresar su versión de la historia. Escuche y no juzgue. Intenta aclarar el problema («Parece que estás muy enfadado con David por haberte quitado tu videojuego favorito») y pide a tus hijos que encuentren una solución que funcione para todos. Si no se les ocurre ninguna idea para resolver el problema, introduce una solución. Por ejemplo, si los niños se pelean por un juego nuevo, propón que escriban un horario que dé a cada niño una cantidad de tiempo determinada para jugar con el juego.
Haz que se cumplan las normas. Asegúrate de que todos tus hijos cumplen las mismas normas, que deben incluir no pegar, insultar o dañar la propiedad de los demás. Deja que tus hijos opinen sobre cómo se establecen y aplican las normas. Pueden decidir que el castigo por pegar es perder el privilegio de ver la televisión durante una noche. Dejar que tus hijos participen en el proceso de toma de decisiones les hará sentir que tienen al menos un poco de control sobre sus propias vidas. Cuando tus hijos sigan las normas, elógialos por ello. Las reglas pueden ser diferentes dependiendo de la edad del niño, al igual que los privilegios y las consecuencias pueden variar con la edad del niño.