Una retina normal:
Una retina con signos de enfermedad diabética:
Retinopatía diabética no proliferativa (NPDR)
La retinopatía diabética no proliferativa (NPDR) es la etapa más temprana de la retinopatía diabética. En esta enfermedad, los vasos sanguíneos dañados de la retina comienzan a filtrar líquido adicional y pequeñas cantidades de sangre en el ojo. A veces, los depósitos de colesterol u otras grasas de la sangre pueden filtrarse en la retina.
La RNPD puede causar cambios en el ojo, incluyendo:
– microaneurismas – pequeñas protuberancias en los vasos sanguíneos de la retina que a menudo filtran líquido.
– hemorragias retinianas – pequeños puntos de sangre que se filtran en la retina (estos puntos por sí solos rara vez son responsables de alguna pérdida de visión).
– exudados duros – depósitos de colesterol u otras grasas de la sangre que se han filtrado a la retina.
Muchas personas con diabetes tienen una NPDR leve, que normalmente no afecta a su visión. Sin embargo, si su visión se ve afectada, es el resultado del edema macular y la isquemia macular.
– El edema macular es la hinchazón o el engrosamiento de la mácula. Está causado por la fuga de líquido de los vasos sanguíneos de la retina. La mácula, responsable de nuestra visión clara y central, no funciona correctamente cuando está hinchada. El edema macular es la causa más común de pérdida de visión en la diabetes. La pérdida de visión puede ser de leve a grave, pero en muchos casos se mantiene la visión periférica (lateral). El tratamiento con láser puede ayudar a estabilizar la visión.
– La isquemia macular se produce cuando los pequeños vasos sanguíneos (capilares) se cierran. La visión se vuelve borrosa porque la mácula ya no recibe suficiente sangre para funcionar correctamente. Actualmente, no existe ningún tratamiento eficaz para la isquemia macular.
Retinopatía diabética proliferativa (RDP)
La retinopatía diabética proliferativa (RDP) se produce cuando empiezan a crecer vasos sanguíneos anormales en la superficie de la retina o del nervio óptico. Esto se denomina neovascularización. La RDP se produce principalmente cuando muchos de los vasos sanguíneos de la retina se cierran, impidiendo un flujo sanguíneo suficiente. La retina responde con el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos en un intento de abastecer la zona donde se cerraron los vasos originales. Sin embargo, los nuevos vasos sanguíneos son anormales y no suministran a la retina un flujo sanguíneo normal. Los nuevos vasos también suelen ir acompañados de tejido cicatricial que puede hacer que la retina se arrugue o se desprenda.
La RPD puede causar una pérdida de visión más grave que la RPDN porque puede afectar tanto a la visión central como a la periférica.
La RPD causa la pérdida de visión de las siguientes maneras:
– Hemorragia vítrea. Los delicados vasos sanguíneos nuevos pueden sangrar en el vítreo -el gel en el centro del ojo- impidiendo que los rayos de luz lleguen a la retina. Si la hemorragia vítrea es pequeña, es posible que vea algunas moscas volantes nuevas y oscuras. Una hemorragia muy grande puede bloquear toda la visión, permitiéndole percibir sólo la luz y la oscuridad. La hemorragia vítrea por sí sola no provoca una pérdida de visión permanente. Cuando la sangre desaparece, su visión puede volver a su nivel anterior, a menos que la mácula haya sido dañada.
– Desprendimiento de retina por tracción. Con la RDP, el tejido cicatricial de la neovascularización puede encogerse, haciendo que la retina se arrugue y se desplace de su posición normal. Esto se denomina desprendimiento de retina por tracción. La arruga macular puede distorsionar la visión. Puede producirse una pérdida de visión más grave si se desprende la mácula o grandes zonas de la retina.
– Glaucoma neovascular. En ocasiones, si se cierran varios vasos de la retina, puede producirse una neovascularización en el iris (la parte coloreada del ojo). En esta afección, los nuevos vasos sanguíneos pueden bloquear el flujo normal de líquido hacia el exterior del ojo. La presión se acumula en el ojo, lo que da lugar a un glaucoma neovascular, una enfermedad ocular especialmente grave que provoca daños en el nervio óptico.
La diabetes puede provocar cambios en la visión de ambos ojos, aunque no se tenga retinopatía. Los cambios rápidos en su nivel de azúcar en sangre alteran la forma del cristalino, y la imagen en la retina se desenfoca. Una vez que el nivel de azúcar en sangre se estabilice, la imagen volverá a estar enfocada. Puede reducir los episodios de visión borrosa manteniendo un buen control de su azúcar en sangre.
Cómo se trata la retinopatía diabética
El mejor tratamiento es prevenir el desarrollo de la retinopatía. Un control estricto de su nivel de azúcar en sangre reducirá significativamente el riesgo de pérdida de visión a largo plazo. El tratamiento no suele curar la retinopatía diabética ni restablecer la agudeza visual normal, pero puede retrasar la progresión de la pérdida visual. Sin tratamiento, la retinopatía diabética progresa de forma constante desde estadios mínimos a graves.
Cirugía láser
El láser es una luz muy brillante y finamente enfocada. Atraviesa la córnea transparente, el cristalino y el vítreo sin afectarlos de ninguna manera. La cirugía láser encoge los nuevos vasos anormales y reduce la inflamación macular. El tratamiento se recomienda a menudo para las personas con edema macular, retinopatía diabética proliferativa (RDP) y glaucoma neovascular.
La cirugía láser suele realizarse en un consultorio. Para que el paciente se sienta cómodo durante el procedimiento, lo único que suele ser necesario es una gota de anestesia, aunque a veces se administra una inyección de anestesia junto al ojo. El paciente se sienta ante un instrumento llamado microscopio de lámpara de hendidura. Se coloca temporalmente una lente de contacto en el ojo para enfocar la luz láser en la retina con precisión milimétrica.
En el caso del edema macular, el láser se aplica cerca de la mácula para reducir la fuga de líquido. El objetivo principal del tratamiento es evitar una mayor pérdida de visión reduciendo la inflamación de la mácula. Es poco frecuente que las personas que tienen visión borrosa por el edema macular recuperen la visión normal, aunque algunas experimentarán una mejora parcial.
Unas pocas personas pueden ver manchas de láser cerca del centro de su visión después del tratamiento. Suelen desvanecerse con el tiempo, pero pueden no desaparecer por completo.
En la RDP, el láser se aplica a todas las partes de la retina excepto a la mácula (denominada PRP, o fotocoagulación panretiniana). Este tratamiento hace que los nuevos vasos anormales se reduzcan y a menudo evita que crezcan en el futuro. También disminuye la posibilidad de que se produzcan hemorragias vítreas o distorsiones de la retina. El láser panretiniano ha demostrado ser muy eficaz para prevenir la pérdida grave de visión por hemorragia vítrea y desprendimiento de retina por tracción.
Los efectos secundarios de la cirugía con láser panretiniano pueden incluir:
– visión borrosa temporal durante días o algunas semanas;
– pérdida ocasional leve de la visión central;
– pérdida leve o moderada de la visión periférica;
– disminución de la visión nocturna.
Pueden ser necesarios varios tratamientos con láser a lo largo del tiempo. La cirugía láser no cura la retinopatía diabética y no siempre evita una mayor pérdida de visión. A pesar de la cirugía láser, algunas personas con RDP desarrollan una distorsión macular o una hemorragia en el vítreo, lo que provoca una visión borrosa. La hemorragia vítrea puede repetirse y la sangre puede acumularse más rápido de lo que el ojo puede reabsorber.
El Centro de Servicios de Retina de Eyecare
La diabetes es una enfermedad que puede controlarse pero no curarse. El diagnóstico precoz de las enfermedades de la retina diabética, el seguimiento estrecho y el control de por vida son la clave para mantener una buena visión.El Dr. Raymond M. Girgis está capacitado para tratar las enfermedades de la retina diabética. Con su formación en Medicina Interna, el Dr. Girgis está especialmente cualificado en la evaluación y el tratamiento de esta enfermedad. En muchos casos, el tratamiento puede lograrse con éxito con procedimientos de láser de retina. En los casos más avanzados, deben realizarse operaciones quirúrgicas.