¿Es la sinestesia #tendencia? En realidad, no.
La sinestesia es una condición conocida y documentada desde hace más de 200 años. El primer caso documentado fue en 1812, de un médico austriaco llamado Georg Sachs. Sachs escribió una disertación médica en la que describía los colores que asociaba con los números y las letras. Entre los sinestésicos famosos de antaño se encuentran el filósofo de principios del siglo XX Ludwig Wittgenstein, que veía «la vocal e es amarilla»; el psiquiatra Eugen Bleuler, y el autor de Lolita Vladimir Nabokov, que describió las letras «kzspygv» creando el espectro del rojo al violeta.
Según informa Live Science, la sinestesia es siete veces más común en artistas, poetas y novelistas que en el resto de la población. Aun así, es imposible que todos estos músicos tengan sinestesia. Es decir, ¿John Mayer? Vamos.
Dicho esto, existe la «sinestesia en el ojo del espectador», que, según el libro de Dani Cavallaro Synesthesia and the Arts, «no es ni el producto de la creatividad de un sinestésico real, ni un intento autoconsciente de simular la sinestesia mediante el recurso a dispositivos formales o retóricos.»
«Suelo utilizar los mismos acordes una y otra vez, algo que mucha gente me reprocha. Pero la razón es bastante intencionada, porque son mis acordes favoritos, mis paletas de colores favoritas» – Dev Hynes
En realidad, este tercer estado de sinestesia (los otros dos lo tienen legítimamente) podría ser al que muchos músicos están achacando su genio creativo. «Sin embargo», continúa Cavallaro, «se aproximan a la sinestesia en la medida en que la obra es capaz de desencadenar trayectorias emocionales particulares que, a su vez, son propicias para el compromiso perceptivo cruzado.»
En una charla TED de 2014, Dev Hynes habló de cómo la sinestesia fue el catalizador de mucha música que ha escrito para artistas como Kylie Minogue y Solange. «Durante los últimos 10 años, cuando escribo música para la gente, tiendo a utilizar los mismos acordes una y otra vez», dice, «lo que mucha gente me llama la atención. Pero la razón es bastante intencionada, porque son mis acordes favoritos, mis paletas de colores favoritas. Así que no siento la necesidad de cambiarlos para la gente».
Sin poner a prueba, literalmente, a cada persona que sale en la prensa como sinestésico, es sumamente difícil saber quién lo tiene y quién miente descaradamente para obtener un caché cultural. Hynes describe de forma visceral su experiencia con ella: cómo algunas notas son marrones, otras rojas. Y aunque tal vez sea una afectación que algunos son reacios a sacar a relucir en las entrevistas -es una condición, después de todo-, hace que el proceso creativo sea más misterioso e impenetrable.
¿Pero hizo Lorde «Green Light» un viernes? Probablemente nunca lo sabremos.