Boston Public Library
¿Qué apodo suena un poco fuera de lugar: «La Atenas de América», «La cuna de la libertad», «El centro del universo» o «Beantown»? La ciudad más grande de Nueva Inglaterra tiene los cuatro apodos, pero el último sobresale como un pulgar dolorido. Entonces, ¿cómo consiguió Boston un título tan extraño en primer lugar?
No hay una respuesta definitiva, pero esto no ha impedido a los historiadores especular. Una de las teorías se basa en el hecho de que Massachusetts es conocido desde hace mucho tiempo por sus alubias cocidas, una tradición que se remonta a sus raíces nativas americanas. Sin embargo, a finales del siglo XVII, la zona era sinónimo de un producto muy diferente: el ron. Junto con sus vecinos de Rhode Island, los habitantes de Massachusetts destilaban alcohol en masa, lo que permitió a su colonia entrar en el famoso «comercio del triángulo». El alcohol de Boston solía llevarse a África, donde se intercambiaba por nuevos esclavos. Estos, a su vez, se intercambiaban después por (entre otras cosas) melaza, un ingrediente clave del ron.
Pero la melaza cumplía otra función culinaria: los colonos empezaron a ponerla en sus judías al horno. Aunque los nativos habían utilizado tradicionalmente jarabe de arce en su lugar, este nuevo método de preparación se extendió como un reguero de pólvora en la zona de Boston. Con el tiempo -según la leyenda- los marineros y comerciantes de la ruta triangular empezaron a llamar a la ciudad «Bean Town» (ciudad de las alubias).
Otra historia pinta un panorama muy diferente. Boston acogió una convención de veteranos de la Guerra Civil durante el verano de 1890. Para conmemorar esta reunión, la Beverly Pottery Company repartió pequeñas ollas de frijoles atadas con cinta como recuerdo. Después, cuando se les preguntó de dónde habían sacado esos pequeños regalos, muchos de los veteranos supuestamente respondieron «de la ciudad de los frijoles»
Entonces, tal vez la culpa sea de un truco publicitario. En 1907, Boston organizó su primera Semana del Hogar Antiguo. Se animó a los antiguos residentes que habían abandonado la zona a que volvieran a visitar sus antiguos lugares durante una semana de celebración. Una agresiva campaña publicitaria ayudó a atraer la atención del continente hacia el evento, con carteles y pegatinas que se distribuyeron por todo el país, muchos de los cuales incluían saludables dibujos de ollas de frijoles. A medida que la fiesta anual crecía, eslóganes turísticos como «You Don’t Know Beans Until You Come to Boston» (No conoces las alubias hasta que vienes a Boston) también empezaron a ponerse de moda. En teoría, la «ciudad de las judías» podría haber nacido en el proceso.