Casi todo el mundo está familiarizado con la cómica imagen de un bebé que de repente provoca un violento escalofrío: es un indicador bastante fiable de que el niño necesita un cambio de pañal. Esto se debe a que el orinar está extrañamente asociado a los escalofríos, un extraño fenómeno que persiste incluso en la edad adulta. Pero, ¿qué ocurre en el interior de nuestro cuerpo para generar esta inusual respuesta a una función básica y cotidiana?
La verdad es que no lo sabemos. No hay ninguna investigación revisada por pares sobre el tema que arroje luz sobre los fundamentos biológicos precisos de este fenómeno. Pero a partir de lo que los científicos saben sobre la vejiga y su relación con el sistema nervioso, han reunido algunas posibles explicaciones de por qué temblamos cuando orinamos.
Se centran en dos ideas principales: Está causado por la sensación de la bajada de temperatura cuando el pis caliente sale del cuerpo o por una confusión entre las señales del sistema nervioso autónomo (SNA).
La primera idea se basa en el hecho del sentido común de que solemos temblar cuando sentimos un frío repentino. En lo que se refiere a orinar, la lógica dice que cuando exponemos nuestras regiones inferiores (una necesidad obvia para orinar) al aire frío y, al mismo tiempo, vaciamos el cuerpo de líquido caliente, se crea un desequilibrio de la temperatura interna -un escalofrío- que desencadena un escalofrío incontrolable.
Pero a algunos científicos no les convence esta idea, entre ellos el doctor Simon Fulford, urólogo consultor del Hospital Universitario James Cook del Reino Unido. Él prefiere la teoría alternativa, que profundiza en el sistema nervioso en busca de pistas.
El proceso de micción está supervisado por el SNA, el centro de control que orquesta muchas funciones corporales automáticas, como la temperatura y los latidos del corazón, dijo Fulford. Obviamente, la micción no es totalmente automática, ya que tenemos un control voluntario sobre el momento de orinar. Pero antes de ese punto de decisión crucial, la micción se rige en gran medida por dos partes del SNA, denominadas sistema nervioso parasimpático (SNP) y sistema nervioso simpático (SNS).
Cuando la vejiga se llena, unos diminutos receptores de estiramiento en su pared muscular detectan el movimiento de estiramiento de la vejiga y activan un conjunto de nervios en la médula espinal denominados nervios sacros. A su vez, éstos ponen en marcha el SNP, que hace que la pared muscular de la vejiga se contraiga, preparándola para expulsar la orina del cuerpo. Este proceso autónomo funciona como un interruptor de encendido y apagado, suprimiendo los reflejos nerviosos instructivos mientras la vejiga aún se está llenando, pero «estimulando esos reflejos para que actúen cuando la vejiga está llena», dijo Fulford a Live Science.
Una extraña peculiaridad de esta disposición es que cuando la orina sale del cuerpo, la presión arterial disminuye. «Parece que hay buenas pruebas de que la presión arterial aumenta ligeramente con la vejiga llena, y que ésta baja al vaciar, o poco después», dijo Fulford.
Lo que ocurre después es difícil de desentrañar, biológicamente hablando. Pero parece que este repentino descenso de la presión arterial estimula una reacción del sistema nervioso simpático, una parte del SNA que participa en la respuesta de lucha o huida del cuerpo. El SNS regula muchos factores, incluida la presión arterial, como parte de esta reacción. Los expertos ya saben que cuando el SNS detecta una presión arterial baja, libera una serie de neurotransmisores denominados catecolaminas que, entre sus muchas funciones, se encargan de restablecer el equilibrio de la presión arterial en todo el cuerpo. A la hora de orinar, es posible que esta repentina oleada de catecolaminas provoque el tic del pis.
¿Pero por qué? Por razones que no se entienden del todo, la interacción entre los dos componentes del sistema nervioso -la liberación de orina, afinada por el SNP, y el aumento de catecolaminas, orquestado por el SNS- puede estar causando señales mixtas en el sistema nervioso. Eso parece desencadenar un fallo en el sistema que nos hace temblar involuntariamente.
Fulford dice que un fenómeno similar llamado disreflexia autonómica ocurre a veces en pacientes con una lesión de la médula espinal. Esto ocurre cuando un estímulo, como una vejiga llena, se produce por debajo del lugar de la lesión medular, lo que provoca «una respuesta excesiva del sistema nervioso autónomo que hace que la presión arterial suba rápidamente, que el pulso baje y que los pacientes se ruboricen y suden», explicó. Esta incongruente reacción se asemeja a los extraños escalofríos que sentimos cuando orinamos.
Otro indicio es que los hombres parecen experimentar este fenómeno más que las mujeres, lo que podría explicarse por el hecho de que los hombres suelen estar de pie cuando orinan, lo que posiblemente intensifica el descenso de la presión arterial que se cree que precede al escalofrío.
Sea cual sea la causa, esta rareza corporal no debería ser motivo de preocupación. «No ha habido ninguna investigación sustancial sobre este tema, pero es una función corporal normal y nada de lo que preocuparse», dijo a Live Science el doctor Grant Stewart, cirujano urológico académico de la Universidad de Cambridge en Inglaterra y presidente del Comité de Ciencia y Educación de la Fundación de Urología en el Reino Unido.
- De hecho, todo lo que los hombres tienen que preocuparse es de apuntar bien cuando los escalofríos atacan.
Historia original en Live Science.
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