Los metales ferrosos y no ferrosos son diferentes tanto en la química como en la forma en que se utilizan. Hay algunas diferencias clave que se pueden utilizar para distinguir entre los dos tipos.
1. Contenido de hierro
La diferencia que define a los metales ferrosos y no ferrosos está en su contenido de hierro. Ambos tipos pueden ser puros o aleados. En general, los metales ferrosos contienen hierro. La propia palabra ferroso proviene de la palabra latina para hierro, ferrum. Por esta razón, el hierro recibe la abreviatura Fe en la tabla periódica de los elementos. Pueden ser de hierro fundido, de acero o de otro tipo de metal que contenga hierro. El acero inoxidable es una forma común de metal ferroso. Los metales no ferrosos, en cambio, no contienen hierro. Estos metales pueden ser metales en bruto, metales purificados o aleaciones. Entre los metales no ferrosos más comunes se encuentran el aluminio, el cobre, el estaño y los metales preciosos como el oro y la plata.
2. Magnetismo
¿Te has dado cuenta de que el mismo imán que se pega a tu nevera de acero inoxidable no tiene ninguna atracción por tu anillo de oro? Si es así, has descubierto otra diferencia general entre los metales ferrosos y los no ferrosos. Los metales ferrosos suelen ser magnéticos, mientras que los no ferrosos no lo son. Esta propiedad permite identificar y clasificar fácilmente los dos tipos de metales.
La razón de esto es que el hierro es una molécula muy polar. Los electrones de su anillo atómico no son simétricos. Cuando el hierro se encuentra con un campo magnético, sus electrones son atraídos hacia un signo del átomo. Esto crea la atracción entre los metales ferrosos y los imanes. Los metales no ferrosos generalmente sólo son atraídos por un imán cuando se hace pasar un campo eléctrico a través de ellos, lo que polariza sus electrones.
3. Oxidación
Otra característica clave de los metales ferrosos es que pueden oxidarse, lo que comúnmente llamamos oxidación. Debido a la polaridad del hierro, es muy probable que pierda un electrón con otras moléculas polares como el agua. Esto hace que el átomo de hierro sea más positivo y, por tanto, más propenso a unirse al oxígeno del agua, creando óxido de hierro (III). El óxido de hierro (III) es el metal rojo en polvo que llamamos óxido.
Algunos metales ferrosos, como el acero inoxidable, no se oxidan. Esto se debe a que se han combinado con un metal no ferroso que equilibra el átomo de hierro y hace que sea menos probable que pierda un electrón y comience el proceso de formación de óxido. Los metales no ferrosos no se oxidan.
4. Resistencia a la tracción
Una última característica distintiva de los metales ferrosos es que suelen tener una resistencia a la tracción muy alta. El acero, por ejemplo, es uno de los metales más fuertes del mundo. La resistencia a la tracción es la capacidad de soportar una gran cantidad de fuerza sin romperse o deformarse. Esto se debe a una mezcla de resistencia y flexibilidad. Aunque hay algunos metales no ferrosos muy fuertes, como el titanio, pocos metales son tan capaces de soportar peso o someterse a la fuerza como las aleaciones de hierro.
Los metales ferrosos y no ferrosos son muy diferentes porque tienen una química atómica distinta e interactúan con su entorno de manera única. Ambos tipos de metales son importantes para el mundo moderno y se utilizan de diversas maneras.