El cuento apócrifo de que no pueden crecer nuevas células cerebrales no es cierto. Las neuronas siguen creciendo y cambiando más allá de los primeros años de desarrollo y hasta bien entrada la edad adulta, según un nuevo estudio.
El hallazgo desafía la creencia tradicional de que las células cerebrales adultas, o neuronas, son en gran medida estáticas e incapaces de cambiar sus estructuras en respuesta a nuevas experiencias.
El estudio, realizado en ratones adultos, descubrió que las proyecciones en forma de rama de algunas neuronas, llamadas «dendritas», seguían siendo físicamente maleables. Las dendritas conducen las señales eléctricas recibidas de otras neuronas al cuerpo celular de la neurona madre. Los cambios se produjeron tanto de forma incremental como en ráfagas cortas, e implicaron tanto el crecimiento como la contracción.
Ráfagas de crecimiento
Algunos de los cambios fueron dramáticos para los estándares de las neuronas. Una dendrita brotó unas impresionantes 90 micras (alrededor de 0,003 pulgadas), duplicando su longitud en menos de dos semanas.
«La escala del cambio es mucho más pequeña que la que se produce durante el período crítico de desarrollo, pero el hecho de que se produzca es sorprendente», dijo la coautora del estudio Elly Nedivi, neurocientífica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Durante los primeros años tras el nacimiento, los seres humanos fabrican unas 250.000 neuronas por minuto y pasan los siguientes años conectándolas entre sí. Tradicionalmente, se asumía que esta plasticidad neuronal se asentaba en la edad adulta.
Los neurocientíficos saben desde hace décadas que las neuronas adultas pueden cambiar su patrón de disparo y sus respuestas ante nuevas experiencias, pero si podían cambiar sus estructuras seguía siendo una cuestión abierta.
Los investigadores observaron la parte del cerebro responsable de la visión, llamada corteza visual, a lo largo de unos meses. Para poder ver directamente en el cerebro, los investigadores implantaron ventanas de cristal sobre dos áreas de la corteza visual mientras los ratones eran aún jóvenes.
Mirando en los lugares equivocados
Las neuronas se comunican entre sí mediante el intercambio de señales eléctricas o químicas a través de los diminutos espacios donde se encuentran dos neuronas, llamados sinapsis. Las señales pueden ser excitatorias o inhibitorias, lo que significa que aumentan o disminuyen, respectivamente, la actividad de la neurona a la que afectan.
Otros estudios que analizan el crecimiento de las neuronas adultas se centraron principalmente en las neuronas piramidales excitatorias, pero el estudio del MIT examinó también otros tipos de neuronas. Los investigadores descubrieron que, mientras que las neuronas piramidales no mostraban ningún cambio estructural -lo que coincide con informes anteriores-, un grupo de neuronas inhibitorias llamadas «interneuronas» sí lo hacía.
Los investigadores estiman que, de media, alrededor del 14 por ciento de las interneuronas que observaron mostraban modificaciones estructurales.
Aproximadamente entre el 20 y el 30 por ciento de las neuronas del neocórtex, la parte del cerebro responsable de funciones superiores como el pensamiento, están formadas por interneuronas inhibitorias. Se cree que estas neuronas desempeñan un papel importante en la regulación de la actividad cerebral al retrasar o bloquear las señales de las neuronas excitadoras.
Los investigadores especularon si las interneuronas podrían ser las principales responsables de la plasticidad neuronal en los cerebros adultos.
«Tal vez en la red inhibitoria es donde está la capacidad de realizar cambios a gran escala», dijo Nedivi.
El estudio, dirigido por Wei-Chung Allen Lee, del MIT, se detalla en el número del 27 de diciembre de la revista para la Biblioteca Pública de Ciencias (PLOS) Biología.
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