COMO SI SE DESpertaran de una pesadilla, algunos alcohólicos han podido dejar su adicción a la bebida luego de un corto tratamiento. Ellos han tomado parte en diversos estudios experimentales con un medicamento conocido con el nombre genérico de Naltrexone, el cual ha mostrado asombrosos resultados. Tan buenos que hace dos semanas la Food and Drug Administration autorizó su utilización en Estados Unidos como el primer tratamiento químico contra el alcoholismo que se aprueba en los últimos 50 años.
El medicamento ha sido utilizado en el pasado para combatir la adicción a las drogas. Al parecer el fármaco evita el angustioso síndrome de abstinencia. Hace dos décadas los investigadores descubrieron que esa sustancia eliminaba los efectos placenteros de drogas como la heroína y la morfina. Esto se debe a que recubre los receptores del sistema nervioso donde éstas actúan. Los estudios de la compañía DuPont Merck Pharmaceutical demostraron que podría ayudar a los adictos a evitar la reincidencia. Desde hace un tiempo grupos de especialistas en España, Israel y México están realizando tratamientos ultrarrápidos para combatir la adicción a las drogas. Los pacientes, estrictamente controlados en una unidad de cuidados intensivos, son sometidos a una desintoxicación acelerada con Naltrexone. Luego de 10 días de tratamiento, sin tener que sufrir temblores ni sudoraciones, los pacientes regresaron a sus casas libres de la adicción.
Ahora se sabe que también los alcohólicos pueden beneficiarse de este medicamento. En 1992, un estudio de la Universidad de Yale entre 104 alcohólicos, mostró que 50 por ciento de aquellos que siguieron un programa con reuniones de apoyo al estilo de Alcohólicos Anónimos, más una dosis diaria de Naltrexone, pudieron permanecer sin beber durante tres meses. El medicamento no sólo redujo el síndrome de abstinencia sino que en aquellos que volvieron a hacerlo después del experimento ayudó a rebajar notablemente el consumo de alcohol.
El fármaco será próximamente comercializado en Estados Unidos bajo el nombre de ReVia. Pero los mismos fabricantes han hecho la advertencia de que no se trata de una cura contra el alcoholismo sino de una ayuda a superar la abstinencia y que su administración debe ser estrictamente vigilada por un médico. De lo contrario, las tasas de falla son muy altas y puede representar un riesgo para la salud. Aunque el medicamento en sí mismo posee algunos efectos colaterales, tales como náuseas o dolor en las articulaciones, una dosis un poco mayor de la recomendada podría causar severo daño al hígado e incluso poner en riesgo la vida. Así no sea una fórmula mágica el medicamento sí marca una nueva era en la guerra contra el alcoholismo.