Es bien sabido que la Biblioteca de Alejandría fue una de las mayores bibliotecas que han existido. Aunque no se conoce con exactitud el momento de su existencia, su construcción comenzó en algún momento entre el 300 y el 200 a.C. Durante su existencia, la biblioteca original sufrió algunos episodios de destrucción. Pero se cree que no fue hasta el año 400 d.C. cuando se destruyó por completo.
Se creía que Julio César fue el responsable de la destrucción de la biblioteca alrededor del año 50 a.C. Sin embargo, a través de una investigación más profunda, parece que sólo una parte de la biblioteca fue destruida por él accidentalmente.
Se cree que la biblioteca almacenaba más de 700.000 pergaminos, cuyo contenido incluía todas las ciencias conocidas, así como las historias de las civilizaciones de la época. También se cree que este vasto almacén de conocimientos fue un santuario para los eruditos más famosos de la antigüedad.
Aunque tenemos que aceptar la pérdida de esta magnífica pieza de la historia, recientemente se ha erigido una nueva biblioteca, cerca de la ubicación de la antigua biblioteca, en su espíritu. Probablemente no será tan emblemática como la antigua biblioteca, pero sin duda servirá como gesto simbólico de su excelencia.
Al contemplar la trágica pérdida de un recurso tan importante de conocimiento y acceso a la información, uno sólo puede preguntarse qué tipo de revés habrá supuesto para el mundo académico. Desde la perspectiva actual, quizás sería algo muy parecido a perder el acceso a Internet y a todo su contenido.
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