Los murciélagos son los únicos mamíferos con la capacidad de volar. Los murciélagos se clasifican en el orden Chiroptera, que a su vez se subdivide en los subórdenes Yangochiroptera y Yinpterochiroptera. Las extremidades anteriores están desarrolladas para convertirse en alas que les permiten mantener el vuelo. Sus largas y extendidas alas están cubiertas por un fino patagio que les permite maniobrar más fácilmente que las aves.
La mayoría de los murciélagos son insectívoros o frugívoros, mientras que unas pocas especies consumen sangre. Se sabe que los murciélagos son nocturnos y son un importante agente de polinización y dispersión de semillas. Los murciélagos más pequeños son la variedad de nariz de cerdo de Kitti, que mide entre 1,14 y 1,34 pulgadas de largo, pesa unos 2,6 gramos y tiene una envergadura de 5,91 pulgadas. Los murciélagos más grandes de los que se tiene constancia son el zorro volador gigante de corona dorada y los zorros voladores, que llegan a pesar 1,6 kg y tienen una envergadura de 1,7 metros.
Las alas y el vuelo
La adaptación única de los murciélagos que les permite volar son los huesos flexibles de los dedos, que tienen una sección transversal plana y bajos niveles de calcio hacia la punta. Los dedos son largos debido a la regulación de las proteínas morfogenéticas óseas que ayudan al desarrollo de las alas. Durante el vuelo, el hueso sufre una menor tensión de flexión pero una mayor tensión de cizallamiento en comparación con otros mamíferos terrestres. Los huesos de las alas de los murciélagos tienen un punto de rotura menor que el de las criaturas voladoras ordinarias, como las aves. Los 5 dígitos alargados del murciélago se extienden alrededor de su cintura con el pulgar apuntando hacia delante para sostener el borde superior de sus alas, mientras que los 4 dígitos restantes soportan la tensión de la membrana del ala. Los dígitos 2º y 3º sostienen las puntas de las alas, lo que permite tirar de ellas hacia delante y hacia atrás contra la resistencia aerodinámica. Los dedos 4º y 5º van desde la muñeca hasta el borde de fuga para ayudar a repeler la fuerza de flexión del aire empujado contra la rígida membrana. Las membranas son bastante delicadas y se desgarran con facilidad, pero pueden curarse o volver a crecer. Los murciélagos tienen articulaciones flexibles y maniobrables que les permiten volar con rapidez. Las alas son de extremidades finas y especializadas, lo que hace que el murciélago vuele con menos resistencia y más sustentación. Cuando un murciélago pliega las alas hacia el cuerpo en la fase de ascenso, ahorra un 35% de energía durante el vuelo.
Las células de Merkel
Los murciélagos son capaces de detectar cualquier cambio en el flujo de aire a partir de un diminuto pelo que actúa como receptor táctil situado en la superficie de las alas. El receptor táctil, conocido como células de Merkel, permite al murciélago decidir la velocidad más eficiente para evitar chocar con las paradas, ya que es un animal nocturno.
Adaptaciones para posarse
Los murciélagos se cuelgan boca abajo en los árboles cuando no están volando, una postura conocida como posarse. La mayoría de los micromurciélagos se posan con el cuello curvado hacia la espalda, mientras que la mayoría de los megamurciélagos se posan con la cabeza metida hacia el vientre. Esta diferencia en el perchado entre ambos se debe a que tienen una estructura diferente de las vértebras cervicales o del cuello. Los tendones permiten a los murciélagos bloquear sus pies en los árboles, mientras que para soltarlos se requiere fuerza muscular.
Otras adaptaciones
Durante el vuelo, los murciélagos utilizan la ecolocalización, un fenómeno en el que los murciélagos emiten sonidos ultrasónicos para producir ecos. Dichos ecos son útiles para localizar cualquier obstáculo en los alrededores y detectar a los depredadores. Los oídos de los murciélagos son sensibles a los sonidos producidos por algunos insectos y al batir de las alas de las polillas. En el sistema circulatorio, las venas de los murciélagos favorecen activamente el retorno de la sangre al corazón. Sin embargo, los murciélagos no corren el riesgo de que la sangre fluya de vuelta a la cabeza durante el perchado debido a su cuerpo pequeño y ligero. Los murciélagos tienen una visión mesópica y sólo pueden detectar la luz de niveles bajos – por lo tanto, no son ciegos como algunas personas creen.