Las floraciones de algas, o floraciones de agua, son un acontecimiento común en verano en muchos lugares. Se producen cuando una especie de fitoplancton florece repentinamente en una masa de agua cálida y poco profunda. Una floración puede aparecer en agua salada o dulce, y los responsables pueden ser diversos organismos microscópicos, como cianobacterias, diatomeas o dinoflagelados. Algunas floraciones de algas se producen de forma natural cuando las condiciones de temperatura, agua y nutrientes son óptimas, y pueden ser beneficiosas para la vida acuática, ya que estos diminutos organismos forman la base de la cadena alimentaria.
Sin embargo, algunas floraciones de algas son perjudiciales para los peces, las aves acuáticas y costeras y otros organismos acuáticos y pueden tener un impacto negativo en la salud humana. Estas floraciones nocivas suelen estar alimentadas por la escorrentía de fertilizantes agrícolas en las vías fluviales, que fomentan artificialmente el rápido crecimiento del fitoplancton. La floración puede llegar a ser tan densa que bloquea la luz del sol a las plantas submarinas y a otros organismos fotosintéticos y puede incluso obstruir las branquias de los peces y asfixiarlos. Una gran floración también puede agotar rápidamente los niveles de oxígeno del agua, matando a los peces y otros animales acuáticos. Algunas floraciones producen toxinas, que pueden hacer que los mariscos no sean seguros para el consumo humano, matar o enfermar a las aves y los mamíferos marinos, e incluso causar irritación de los pulmones y la piel de las personas cercanas. Desde el punto de vista económico, las floraciones de algas nocivas son responsables de la pérdida de turismo cuando se cierran las playas y los lagos y tienen un impacto negativo en la pesca recreativa y comercial.