Discusión
La leishmaniasis visceral (kala-azar) es una infección protozoaria diseminada, transmitida por la picadura de hembras de la mosca de la arena, en la que se parasitan preferentemente macrófagos del hígado, el bazo y la médula ósea 1. El género Leishmania comprende un número creciente de especies, que son zoonóticas y de las cuales ∼20 causan enfermedad en el ser humano. Su distribución está determinada por la de su vector o su huésped reservorio, por lo que depende de características ambientales precisas 2. La infección humana depende de la relación ecológica entre la actividad humana y los sistemas de reservorios. El desarrollo económico provoca cambios en las interacciones entre el ser humano y su entorno físico y biológico. El aumento de los factores de riesgo está convirtiendo la leishmaniosis en un problema creciente de salud pública para muchos países. Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud 3, 12 millones de personas están afectadas por la enfermedad en todo el mundo, y se calcula que cada año se producen entre 1,5 y 2 millones de nuevos casos. La leishmaniasis es endémica en >80 países de Asia y África (L. donovanii), Sudamérica (L. chagasi) y el sur de Europa (L. infantum), extendiéndose en varias zonas, como consecuencia de la migración urbana masiva y su asociación con la infección por VIH. Sin embargo, la mayoría de las infecciones por L. donovanii o L. chagasi en el huésped normal son frecuentemente asintomáticas y se resuelven por sí mismas.
Los pacientes con leishmaniasis visceral suelen presentar fiebre, tos, dolor abdominal, diarrea, epistaxis, esplenomegalia, hepatomegalia, linfadenopatía periférica y pancitopenia. En el sur de Europa, la leishmaniasis visceral con la tríada clásica, esplenomegalia, palidez y fiebre, se notificó como una enfermedad infantil, mientras que hoy en día la enfermedad puede aparecer con expresiones clínicas atípicas en pacientes inmunocomprometidos. La fibrosis pulmonar idiopática per se no es una condición predisponente para el desarrollo de la leishmaniasis visceral. Sin embargo, dado que muchos de esos pacientes se vuelven inmunocomprometidos a causa del tratamiento, la infección oportunista por leishmania debe incluirse en el diagnóstico diferencial en caso de fiebre, especialmente en quienes viven en el área mediterránea. El diagnóstico se confirma mediante la demostración del parásito en el tejido infectado 4. La leishmania intracelular puede identificarse o cultivarse a partir de aspirados de bazo, hígado, médula ósea y ganglios linfáticos. El rendimiento diagnóstico es mayor en los aspirados de bazo (98%), pero existen contraindicaciones y complicaciones. Muchos centros han evaluado el uso de la reacción en cadena de la polimerasa, especialmente en muestras de sangre periférica 5.
Hasta principios de los años 90 y durante 50 años, el pilar del tratamiento en todo el mundo era el antimonio pentavalente, pero la creciente resistencia en las últimas dos décadas hace que este fármaco barato y fácilmente disponible sea inútil. Los fármacos de segunda línea (pentamidina y anfotericina B) son más tóxicos y difíciles de administrar. En la actualidad, se han registrado en la India fórmulas más nuevas, como las fórmulas lipídicas de anfotericina B y nuevos fármacos, como la miltefosina oral (que recientemente ha demostrado ser incluso más eficaz que la anfotericina B) 6 y la paromomicina 4. Hasta la fecha, no existen vacunas contra la leishmanniasis y las medidas de control se basan en la quimioterapia para tratar la enfermedad y en el control del vector para reducir la transmisión 7
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