En ocasiones se encontrará con un paciente con un pendiente incrustado en el lóbulo de la oreja. Esto ocurre con mayor frecuencia en niñas menores de 12-13 años y está relacionado con una combinación de factores.
- Los niños más pequeños tienden a ser menos propensos a realizar una higiene adecuada, y es más probable que irriten la zona jugando con sus pendientes
- La dermatitis de contacto local causada por los pendientes, la falta de higiene y la presión sobre el pabellón auricular causada por el uso de pendientes pueden provocar isquemia cutánea, inflamación y formación de úlceras con hinchazón asociada y un mayor riesgo de que los pendientes se incrusten en el pabellón auricular
Los pacientes con pendientes incrustados suelen presentar dolor de oído, hinchazón, eritema y secreción purulenta en el lugar del piercing. La zona suele ser bastante sensible al tacto. Por lo general, al menos una parte del pendiente es visible o palpable, sin embargo, pueden ser necesarias radiografías simples para confirmar el diagnóstico.
Los pendientes supuestamente incrustados deben retirarse lo antes posible para evitar la infección.
Es importante obtener una analgesia adecuada con infiltración local o bloqueo de campo antes de la extracción. Puede ser necesaria la sedación del procedimiento en los pacientes más jóvenes.
La zona debe prepararse/limpiarse utilizando una técnica estéril en caso de que se requiera una incisión para la extracción
Pueden utilizarse unas pinzas hemostáticas de mosquito para agarrar tanto la parte anterior (la parte frontal decorativa) como la posterior (el respaldo o clip que mantiene el pendiente en su sitio) del pendiente. Utilice las pinzas hemostáticas para desenganchar la parte posterior del poste y, a continuación, extraiga el pendiente del pabellón auricular.
Si la parte anterior es visible, aplique presión sobre la parte anterior hasta que la parte posterior o el clip sean visibles. Sujete con una pinza hemostática el respaldo y desencájelo del pendiente tirando del respaldo mientras mantiene el pendiente en su posición anterior. Puede ser necesario crear una pequeña incisión en la parte posterior del pabellón auricular y separar la piel utilizando una pinza hemostática para conseguir que el clip quede a la vista.
Si el respaldo o el clip son visibles con el pendiente anterior incrustado, empuje el pendiente hacia delante hasta que el frente decorativo sea visible. Sujete una pinza hemostática a la parte delantera una vez visible y luego desenganche el clip/respaldo y tire del pendiente. Una vez más, puede ser necesario crear una incisión para aumentar la visibilidad, pero la incisión debe hacerse en la porción posterior del pabellón auricular.
Si no hay nada visible, comience con una incisión en la porción posterior del pabellón auricular y extienda la piel con una pinza hemostática hasta que el respaldo o el clip sean visibles. Agarre el respaldo con una pinza hemostática y aplique presión posterior hasta que la porción decorativa anterior se haga visible y se pueda utilizar una pinza hemostática para desenganchar las dos piezas del pendiente.
Una vez que se retire el pendiente, la zona debe vendarse con una pomada antibiótica y dejarse curar por segunda intención. En la mayoría de los casos, no se necesitan antibióticos por vía oral tras la extracción de un pendiente incrustado en el lóbulo de la oreja.
Sin embargo, los piercings en las porciones cartilaginosas de la oreja se han asociado con pericondritis, condritis y, en ocasiones, con desfiguración permanente. Los pendientes incrustados en las partes cartilaginosas de la oreja se presentan de forma similar a los incrustados en el lóbulo de la oreja, con hinchazón, eritema y sensibilidad. Dados los riesgos de necrosis del cartílago y de desfiguración estética asociados a los piercings cartilaginosos, lo mejor es que intervenga un otorrinolaringólogo en el tratamiento. En estos casos, los antibióticos orales suelen ser necesarios para tratar tanto las infecciones pseudomonas (implicadas hasta en el 95% de los casos) como las infecciones estafilocócicas.
Una revisión retrospectiva de gráficos publicada en 2008 por Timm e Iyer examinó la incidencia, la distribución por edades y el manejo de los niños con pendientes incrustados que se presentaron en el servicio de urgencias del CCHMC entre junio de 2000 y enero de 2005. Finalmente, incluyó a 100 pacientes durante el periodo de estudio. Este estudio descubrió que la incidencia de pendientes incrustados como queja principal era de 25 casos por cada 100.000 visitas. De los 100 pacientes incluidos en este estudio, el 60% eran menores de 10 años. En el 68% de los casos, la parte posterior del pendiente estaba incrustada. En el 35% de los casos, hubo una infección asociada (que fue menor que la notificada en estudios anteriores, con infecciones en aproximadamente el 61-65% de los pacientes con pendientes incrustados). Sin embargo, el 73% de los niños con piercings fuera del lóbulo de la oreja o del tragus tuvieron infecciones asociadas, algunas de las cuales requirieron antibióticos intravenosos. Ninguno de los casos requirió sedación de procedimiento para su extracción, pero el 47% de ellos requirió el uso de una incisión para ayudar a la extracción (Timm, Iyer 2008).