Salvador Dalí, «La persistencia de la memoria», 1931 Este post puede contener enlaces afiliados. Si haces una compra, My Modern Met puede ganar una comisión de afiliado. Por favor, lea nuestra divulgación para más información.
Con su extraña temática y su atmósfera onírica, el cuadro de Salvador Dalí, La persistencia de la memoria, se ha convertido en un conocido símbolo del surrealismo. Pintado durante el movimiento inspirado en Dalí, la obra maestra de los relojes de fusión encarna las sensibilidades que definen el género experimental y excéntrico.
Para contextualizar el lugar que ocupa la icónica pieza en la historia del arte, hay que entender sus influencias únicas, examinar su contenido simbólico y apreciar el enfoque vanguardista del artista en su creación.
Contexto histórico del arte
La persistencia de la memoria fue pintada en 1931, en el apogeo del movimiento surrealista. Durante esta época, los artistas innovadores exploraron las ideas del automatismo y la autoconciencia en sus obras. Este enfoque experimental del arte culminó en una tendencia hacia una temática peculiar que evoca los sueños y desafía las percepciones.
Salvador Dalí y Man Ray en París, 1934 (Foto: Carl Van Vechten / Library of Congress)
Cuando Dalí pintó La persistencia de la memoria, su práctica artística se guiaba por el peculiar «método paranoico-crítico». Desarrollado por el artista en 1930, la técnica se basa en la paranoia y las alucinaciones autoinducidas para facilitar una obra de arte. Este método fue especialmente decisivo en la creación de las «fotografías oníricas pintadas a mano» de Dalí, una colección de obras que tienen raíces estilísticas en el realismo, pero cuyo tema es irreal.
Simbolismo surrealista
Aunque está ambientada en un paisaje realista, La persistencia de la memoria presenta un tema extraño que evoca un sueño. Aunque la inspiración real de la escena es objeto de debate (los historiadores del arte recuerdan la teoría de Einstein; Dalí mencionó cómicamente el queso Camembert), la extraña iconografía del cuadro es característica del movimiento surrealista.
Relojes que se derriten
Un conjunto de relojes que se derriten -o «relojes blandos», como los han llamado muchos surrealistas- están repartidos por la composición. Estos fascinantes relojes parecen haber perdido su integridad, ya que están colgados de la rama de un árbol o se deslizan por una plataforma ambigua. Un solo reloj de bolsillo, que permanece cerrado, conserva su estructura, aunque un ejército de hormigas cubre ominosamente su caja.
Forma antropomorfa
Quizás la parte más desconcertante de la escena sea una masa antropomorfa desparramada por el suelo. Se cree que esta figura con forma de rostro es un autorretrato del artista. Esta interpretación es adecuada, ya que Dalí es conocido tanto por sus autorretratos poco convencionales, como Autorretrato blando con tocino a la parrilla, como por sus representaciones únicas de rostros no del todo humanos, como la figura de su cuadro Sueño.
«Autorretrato blando con tocino a la parrilla», 1941
Paisaje familiar
Aunque el paisaje rocoso del fondo del cuadro pueda parecer cualquier formación natural ambigua, en realidad está inspirado en la Cataluña natal de Dalí. En concreto, los acantilados costeros representan el Cap de Creus, una península cercana a la casa del artista.
Además, se cree que la sombra triangular que parece arrastrarse por el lienzo es proyectada por el monte Pani, una montaña cercana a la querida casa de verano de la familia Dalí. Una referencia a este pico también ha aparecido en Vista de Cadaqués con la sombra del monte Paní, un cuadro temprano de Dalí que representa una idílica ciudad mediterránea desde la cima del monte Paní.