CULTURA | 23 de noviembre, 2018
Cuando piensas en animales feroces, fuertes y nobles… unos que serían un símbolo perfecto del poder supremo que ejerce un dios azteca todopoderoso, probablemente considerarías un oso feroz, un caimán peligroso o un jaguar regio. Pero para Huitzilopochtli, el dios azteca del sol y de la guerra, el dios más poderoso de la mitología azteca, el animal espiritual más feroz y poderoso al que podía unirse era un contendiente sorpresa… el diminuto colibrí.
Huitzilopochtli significa «colibrí del sur»
El nombre del poderoso dios azteca que se enseñoreaba de la guerra, el oro, el Sol y la batalla se llamaba Huitzilopochtli, que se traduce literalmente como «colibrí del sur». Era el patrón de Tenochtitlan, la capital de la cultura azteca. Aunque era la deidad suprema y ningún otro dios le igualaba en poder y prestigio, se decía que era hermano de los otros grandes dioses de Mesoamérica, incluido Quetzalcóatl, el dios serpiente emplumada.
Huitzilopochtli era representado a menudo como un colibrí
El gran dios azteca era mostrado a menudo en imágenes como la personificación de un colibrí real o como un poderoso guerrero ataviado con un casco de plumas de colibrí. Los arqueólogos han descubierto pinturas y dibujos que muestran a Huitzilopochtli, así como tallas y estatuas.
Huitzilopochtli exigía un sacrificio de sangre
El pueblo azteca creía que Huitzilopochtli exigía ser honrado con un sacrificio de sangre. Los sumos sacerdotes aztecas usaban mantos sagrados hechos completamente de pieles de colibrí… y se calcula que se necesitaban 8.000 colibríes diminutos para hacer un manto de tamaño adulto. Según los relatos, los mantos eran hermosos, brillantes y tornasolados. Los sacerdotes los llevaban cuando ofrecían sus sacrificios a Huitzilopochtli. Cortaban el corazón aún palpitante de un enemigo cautivo o de un esclavo sacrificado y se lo presentaban al dios colibrí para asegurar la victoria en la batalla.
Los colibríes eran guerreros caídos
Los aztecas creían que los colibríes eran la reencarnación de los guerreros caídos. Cuando un guerrero moría en la batalla, regresaba a la Tierra en forma de colibrí, al que el pueblo azteca se refería como «lanzador de dardos».
Los aztecas tenían razón… los colibríes son viciosos
No dejes que su pequeño tamaño te engañe. Los colibríes son una de las especies de aves más agresivas. Las peleas son frecuentes entre los colibríes, incluso entre los de la misma especie. Se pelean por el territorio, las fuentes de alimento y, por supuesto, por las hembras de los colibríes. Los colibríes machos, según los expertos, se pelean más a menudo por el territorio. Los colibríes hembra luchan para defender sus nidos. Durante la batalla, el diminuto colibrí apuñalará a su oponente con su pico en forma de daga y le clavará sus garras afiladas.
Colibríes… el arma aérea perfecta
Los colibríes son unos voladores excepcionales y utilizan esas habilidades para ganar ventaja en la batalla. Los colibríes, a diferencia de otras especies de pájaros, pueden cernirse en el lugar e incluso volar hacia atrás. Una de las tácticas que utilizan es volar alto en el aire y luego lanzarse en picado, con el pico por delante, hacia su enemigo. El elegante y aerodinámico colibrí puede alcanzar hasta 100 kilómetros por hora en una inmersión.
El colibrí agresivo… el animal espiritual ideal para Huitzilopochtli
Los aztecas debieron pasar largas horas observando la naturaleza agresiva y violenta de los colibríes. Se dieron cuenta de que muchas de las cualidades bélicas que asociaban a su poderoso dios, Huitzilopochtli, también podían verse en el diminuto colibrí con forma de joya. Una vez que entendemos lo feroz que puede ser el pequeño colibrí, es fácil ver por qué llegó a asociarse con la más grande de todas las deidades aztecas.
Etiquetas: Aztecas, historia, animales espirituales, colibrí
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Lyra Radford