El consumo de drogas ilícitas suele enmarcarse en términos de riesgo y comportamiento antisocial o delictivo. Pero el consumo de drogas suele ser una actividad muy social. Para muchas personas, el placer de consumir drogas tiene que ver con la conexión social tanto como con los efectos físicos.
Un nuevo estudio que pretende comprender los beneficios sociales del consumo de drogas puede ayudarnos a mejorar las respuestas al consumo de drogas de riesgo o perjudiciales.
El placer no es sólo físico
El placer es una parte obvia del consumo de drogas y los beneficios físicos a corto plazo son bien conocidos. Las drogas pueden producir un «subidón», dar energía a las personas, hacer que se sientan bien, reducir el estrés y ayudar a dormir.
Los beneficios sociales del consumo de drogas son más complejos de cuantificar. Sin embargo, en la actualidad existen numerosos estudios que demuestran que las personas que consumen alcohol u otras drogas en entornos sociales como bares, discotecas y fiestas mejoran sus interacciones con los demás gracias a una mayor confianza, una mayor sociabilidad y una menor ansiedad. Para algunas personas esto conlleva beneficios a largo plazo, como el fortalecimiento de los vínculos con los amigos.
Esto se demostró en estudios australianos recientes en los que los jóvenes informaron de los beneficios culturales del consumo de drogas, como el fortalecimiento de los lazos sociales y el acceso a las redes sociales que ofrecían una forma de capital cultural.
Los beneficios sociales del consumo de drogas
Las «drogas de fiesta» son aquellas que, como su nombre indica, se consumen generalmente en una fiesta de baile o en un club nocturno. Este conjunto de drogas suele incluir el MDMA (éxtasis), la cocaína, la ketamina, el gamma hidroxibutirato (GHB), la metanfetamina (speed) o la metanfetamina cristalina (crystal meth o ice).
Los estudios han demostrado que la gente suele consumir drogas de fiesta para tener energía, ayudar a socializar y divertirse.
En la Universidad de La Trobe, hemos realizado recientemente un estudio que explora el consumo de drogas de fiesta -incluyendo el uso de metanfetamina- entre los hombres homosexuales y bisexuales australianos que viven con el VIH. En consonancia con lo que sabemos sobre el consumo de drogas de fiesta, descubrimos que los hombres de nuestro estudio casi siempre consumían drogas de fiesta socialmente, en clubes nocturnos y fiestas de baile o para facilitar el placer sexual.
Más sorprendentemente, también descubrimos que los hombres que eran consumidores ocasionales o regulares de drogas de fiesta informaron de resultados sociales significativamente mejores que los no consumidores en una serie de medidas que incluían un mayor nivel de resiliencia, una menor experiencia de estigmatización relacionada con el VIH y una mayor sensación de apoyo por parte de otras personas que viven con el VIH, así como de sus amigos gays y bisexuales.
Esto es importante porque todos estos resultados están fuertemente asociados con un mayor bienestar emocional entre las personas que viven con el VIH.
No estamos afirmando que este estudio demuestre que el consumo de drogas (en cualquiera de sus formas) tenga un impacto directo en el bienestar a largo plazo. También es posible que las personas que son resistentes y están socialmente conectadas sean más propensas que otras a formar parte de círculos sociales en los que el consumo de drogas es habitual.
Pero este estudio nos anima a considerar las pérdidas sociales que algunas personas pueden encontrar si dejan de consumir drogas. La amistad, la conexión, la intimidad y el sexo son fundamentales para la humanidad. Si éstos están fuertemente ligados a los círculos sociales en los que una persona consume drogas, su bienestar social y emocional puede verse afectado si deja de consumirlas.
Para las personas que viven con el VIH, que pueden haber experimentado el estigma relacionado con el VIH o el rechazo de sus parejas sexuales, el acceso a las redes sociales y sexuales en las que se sienten aceptados puede ser parte del atractivo de las drogas de fiesta.
Cómo puede ayudar esto a las respuestas al consumo de drogas
La investigación que explora las experiencias sociales de las personas con el consumo de drogas puede ser útil para informar sobre los programas de minimización de daños o de abandono de las drogas.
Si bien los efectos físicos de una droga pueden suponer riesgos, los entornos sociales en los que se consumen las drogas no son necesariamente perjudiciales o peligrosos. De hecho, pueden ser todo lo contrario, proporcionando una fuente de amistad, apoyo y felicidad para los usuarios.
Podría ser tentador denunciar esto con la afirmación de que los riesgos potenciales para la salud socavan cualquier pretensión de beneficio – o que las amistades generadas a través del consumo de drogas no son genuinas. Pero el sentido de comunidad y amistad se ha aprovechado con éxito en las campañas de minimización de daños de las drogas y el alcohol, como las campañas «Cuida a tus compañeros» dirigidas a los jóvenes.
Centrarse en los entornos sociales en los que se produce el consumo de drogas también puede ser útil para las estrategias de reducción de otros riesgos. Por ejemplo, las campañas para promover un sexo más seguro entre los hombres homosexuales que consumen metanfetamina se han centrado en los locales y fiestas en los que es habitual el «sexo con drogas».
Comprender los posibles beneficios sociales del consumo de drogas también puede mejorar los programas de rehabilitación de drogas. Las estrategias para ayudar a las personas a reconstruir los vínculos sociales, las amistades y las redes de apoyo podrían ser importantes para apoyar el abandono del consumo de drogas a largo plazo.