¿Has intentado alguna vez convencer a alguien de algo?
¿O te han convencido alguna vez de algo?
Claro que sí.
Todo el mundo lo ha hecho. Estamos constantemente bombardeados con anuncios de productos para comprar, y expuestos a los desplantes de la gente, en la vida real o en internet, sobre cómo deberíamos votar, y qué deberíamos comer, leer, enfadarnos… El caso es que hoy en día «convencer» es un negocio. El arte de la persuasión -o del «lavado de cerebro», si lo prefieres- es muy rentable, y todos estamos sometidos a él a diario.
Antes de las redes sociales, los anuncios estaban en nuestra televisión, en las vallas publicitarias, en los periódicos. Sólo te atraían si formabas parte de su público objetivo. De lo contrario, se ignoraban y se olvidaban. Por ejemplo, no habrías prestado mucha atención al siguiente anuncio de Polly Pocket a menos que fueras una niña de 10 años, o alguien que necesitara comprar un regalo para una niña de 10 años. Era 1994, y los roles de género eran aceptables y un juego limpio.
Sin embargo, hemos sido #bendecidos con las redes sociales y su publicidad personalizada hecha a medida para nosotros – ver los términos y condiciones de Facebook a continuación. Se comprometen a mostrarnos publicidad relevante, basada en la información que proporcionamos, a veces de forma inadvertida. Nuestros likes, comentarios, actualizaciones de estado,… son utilizados para diseñar una estrategia perfecta de persuasión. Pero, ¿realmente funciona?
Facebook quiere que su «publicidad sea tan relevante e interesante como el resto de información que encuentras en sus Servicios. Con esto en mente, utilizan toda la información que tienen sobre ti para mostrarte anuncios relevantes».
El anuncio adecuado, sólo para ti
En un estudio publicado recientemente en PNAS, investigadores de Columbia, Stanford, Pensilvania y Cambridge, analizaron la eficacia de las campañas publicitarias dentro de las redes sociales. Estudiaron diferentes rasgos psicológicos de las huellas digitales. Se trata de las características que mostramos en la red a través de nuestros perfiles de Facebook, fotos de Instagram, tuits, publicaciones en blogs o sitios web personales. Esos rastros de nosotros mismos pueden servir para evaluar nuestro perfil psicológico, hasta cierto punto.
En su estudio, utilizaron los «me gusta» de Facebook como una versión de las huellas digitales, y se centraron en dos rasgos de personalidad: la extraversión y la introversión. Analizando los «me gusta» de más de 25.000 usuarios, clasificaron como extrovertidos a los usuarios de Facebook a los que les gustaban «Fiestas» o «Slightly Stoopid», y como introvertidos a los que les gustaban «Stargate-SG1» o «Ordenadores» (al parecer, los investigadores creen que los estereotipos son un punto de partida válido para estos estudios). Diseñaron diferentes versiones de un anuncio de belleza dirigido a las mujeres en función del rasgo psicológico de extraversión frente al de introversión. Eslóganes como «Baila como si nadie te viera (pero sí lo hacen)» o «Ama los focos y siente el momento» se diseñaron para atraer a las extrovertidas, mientras que los anuncios dirigidos a las introvertidas afirmaban que «La belleza no tiene que gritar» o «La belleza no consiste siempre en exhibirse». Cuando los anuncios de belleza dirigidos a los extrovertidos se mostraron a la audiencia extravertida, esos sujetos fueron más propensos a comprar el producto que cuando se mostró el anuncio dirigido a los introvertidos en su página de Facebook, a pesar de que el producto era exactamente el mismo.
Esta vigilancia en línea que nos lleva a persuadirnos para que compremos más cosas que no necesitamos, podría parecer inocua si se compara con el lavado de cerebro y la persuasión destinados a obtener beneficios políticos y bélicos.
El control mental y el lavado de cerebro han sido objetivos duraderos para los gobiernos de todo el mundo. Imagine que pudiera manipular la voluntad de sus enemigos con una simple inyección. No es ese el sueño de un gobierno? Puede parecer que estoy describiendo una especie de thriller político, pero la verdad es más extraña que la ficción.
Cuando el lavado de cerebro es un interés político
MK-Ultra fue una serie de experimentos de la CIA que se llevaron a cabo en sujetos que, en ocasiones, no eran conscientes de que en realidad eran conejillos de indias. Otros, como Ken Kesey, autor de One Flew Over the Cuckoo’s Nest, o Rob Hunter, letrista de los Grateful Dead, se ofrecieron como voluntarios para este experimento humano. Alimentado por el deseo de la CIA de encontrar la clave del lavado de cerebro -e incluso de la tortura psicológica- para utilizarla contra los enemigos de Estados Unidos, el proyecto MK-Ultra estuvo activo entre 1953 y 1973. En palabras del director de la CIA de la época, Richard Helms, el MK-Ultra tenía como objetivo estudiar una droga que pudiera «ayudar a desacreditar a los individuos, obtener información e implantar sugestiones y otras formas de control mental». El MK-Ultra se centró en el uso del LSD (dietilamida del ácido lisérgico) como controlador mental, pero antes, otras sustancias como el MDMA (o éxtasis), también fueron objeto de estudio.
Otros ensayos tenían como objetivo identificar personalidades que fueran más fáciles de manipular y propensas a sucumbir al control mental inducido por la droga. Desde 1946 hasta al menos 1953, se administraron drogas a pacientes involuntarios del Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York (NYSPI) con el fin de averiguar qué tipos de personalidad eran más fáciles de manipular bajo la influencia de una determinada sustancia. Ni que decir tiene que estos experimentos fueron muy irregulares, e incluso costaron unas cuantas vidas por falta de rigor (o de sentido común).
Por lo que sabemos, las plataformas de las redes sociales no intentan inyectarnos ninguna sustancia que controle la mente, pero como usuarios somos con toda seguridad parte de un experimento en marcha. En el artículo de PNAS, Matz destaca la importancia de contar con políticas bien definidas, ya que la persuasión masiva mediante la evaluación psicológica a través de las huellas digitales podría utilizarse para «el bien o el mal». Este medio de persuasión podría ayudar a las personas a llevar una vida más sana y feliz, así como incitarlas a apostar o a cualquier otro comportamiento autodestructivo. O incluso podrían utilizarse para «desacreditar a los individuos, sonsacar información e implantar sugestiones y otras formas de control mental», tal y como intentó la CIA en su día.
Ya no estamos en plena Guerra Fría, pero el lavado de cerebro -o la persuasión si se quiere- sigue siendo apasionante e incluso lucrativo para algunos. Ya sea a través de anuncios online, de bots rusos o de proyectos gubernamentales supersecretos, la manipulación y la maleabilidad de la mente son objeto de interés, y todos somos sujetos potenciales. Piénsalo la próxima vez que des un «me gusta». El Gran Hermano te está observando.
Este post fue publicado originalmente en NeuWrite San Diego.