ptsd & trauma
Los niños y adolescentes son más vulnerables a quedar traumatizados por la pandemia de coronavirus, los delitos violentos u otros desastres. Pero con el apoyo adecuado de los padres, también son capaces de recuperarse más rápidamente.
Los efectos del trauma en los niños y adolescentes
Estar involucrado en la pandemia de COVID-19, un accidente grave, un crimen violento, un ataque terrorista o un desastre natural, como un terremoto o un huracán, puede ser abrumadoramente estresante para los niños. Una catástrofe, una crisis o cualquier otro acontecimiento problemático puede provocar un estrés traumático, socavar la sensación de seguridad de su hijo y hacerle sentir indefenso y vulnerable, especialmente si el acontecimiento se debe a un acto de violencia, como un tiroteo masivo o un atentado terrorista. Incluso los niños o adolescentes que no se han visto directamente afectados por una catástrofe pueden quedar traumatizados cuando se ven expuestos repetidamente a imágenes horribles del suceso en las noticias o en las redes sociales.
Ya sea que su hijo haya vivido el suceso perturbador en sí mismo, lo haya presenciado o haya experimentado un estrés traumático después, es probable que se vea afectado por una serie de emociones intensas, confusas y aterradoras. Aunque los síntomas desagradables pueden desaparecer con el tiempo, hay muchas cosas que puede hacer como padre o tutor para apoyar y tranquilizar a un niño traumatizado. Utilizando estos consejos de afrontamiento, puede ayudar a su hijo a controlar los síntomas del estrés traumático, a reconstruir su sensación de seguridad y a superar el acontecimiento traumático.
Signos y síntomas del estrés traumático en niños y adolescentes
El estrés traumático es una reacción normal ante un desastre natural o provocado por el hombre u otro acontecimiento perturbador. Puede hacer que los niños de cualquier edad se sientan abrumados por el estrés y desencadenar una amplia gama de emociones intensas y reacciones físicas o de comportamiento. Éstas, a su vez, pueden afectar al estado de ánimo, el apetito, el sueño y el bienestar general de su hijo.
Signos de trauma en niños y adolescentes
Los bebés menores de 2 años pueden:
- Alterarse más o ser más difíciles de calmar.
- Mostrar cambios en los patrones de sueño o de alimentación.
- Parecer retraídos.
- Mostrar signos de miedo.
- Aferrarse más a los padres o al cuidador.
- Llorar, gritar o quejarse.
- Moverse sin rumbo o paralizarse.
- Regresar a comportamientos anteriores de la infancia, como chuparse el dedo o mojar la cama.
- Perder el interés por los amigos, la familia o las actividades que solían disfrutar.
- Experimentar pesadillas u otros problemas de sueño.
- Ser malhumorados, perturbadores o enojados.
- Luchar con la escuela y los deberes.
- Quejarse de problemas físicos como dolores de cabeza o de estómago.
- Desarrollar miedos infundados.
- Sentirse deprimido, emocionalmente insensible o culpable por lo ocurrido.
- Tener recuerdos del suceso, sufrir pesadillas u otros problemas de sueño.
- Evitar los recuerdos del suceso.
- Abusar del alcohol, las drogas o los productos de nicotina.
- Actuar de forma disruptiva, irrespetuosa o agresiva.
- Quejarse de dolencias físicas.
- Sentirse aislado, culpable o deprimido.
- Pierde el interés por sus aficiones e intereses.
- Tiene pensamientos suicidas.
- Han pasado seis semanas, y su hijo no se siente mejor.
- Su hijo tiene problemas para desenvolverse en la escuela.
- Su hijo experimenta recuerdos aterradores, pesadillas o escenas retrospectivas.
- Los síntomas del estrés traumático se manifiestan en forma de dolencias físicas como dolores de cabeza, de estómago o alteraciones del sueño.
- Su hijo tiene cada vez más dificultades para relacionarse con sus amigos y familiares.
- Su hijo o adolescente está experimentando pensamientos suicidas.
- Su hijo está evitando cada vez más cosas que le recuerdan el evento traumático.
- En los Estados Unidos, llame a la Línea Nacional de Prevención del Suicidio en el 1-800-273-8255.
- En el Reino Unido, llame a Samaritans en el 08457 90 90 90.
- En Australia, llame a Lifeline en el 13 11 14.
- En otros países, visite IASP para encontrar una línea de ayuda cerca de usted.
Los niños de 2 a 5 años pueden:
Los niños de 6 a 11 años pueden:
Los adolescentes de 12 a 17 años pueden:
Sea cual sea la edad de su hijo, es importante ofrecerle más seguridad y apoyo tras un acontecimiento traumático. Con su cariño y orientación, los pensamientos y sentimientos inquietantes del estrés traumático pueden empezar a desaparecer y la vida de su hijo puede volver a la normalidad en los días o semanas siguientes a la crisis o al suceso perturbador.
Ayudar a su hijo a afrontar una catástrofe o un suceso traumático
La reacción de su hijo ante una catástrofe o un suceso traumático puede estar muy influida por su propia respuesta. Los niños de todas las edades -incluso los adolescentes que buscan la independencia- buscan el consuelo y la tranquilidad de sus padres en momentos de crisis. Si usted experimentó el suceso traumático junto a su hijo, es crucial que tome medidas para afrontar su propio estrés traumático. Incluso los niños pequeños pueden captar la ansiedad y el estrés de sus padres.
Cuidando de su propia salud y bienestar emocional, será una influencia más tranquilizadora y podrá ayudar mejor a su hijo. Dado que el impulso infantil de imitar es fuerte, si su hijo ve que usted toma medidas para hacer frente a los efectos del trauma, es probable que lo siga.
También puede:
Recuerde que los niños reaccionan al trauma de diferentes maneras. Y sus sentimientos pueden ir y venir en oleadas. Su hijo puede estar malhumorado y retraído en ciertos momentos, congelado por la pena y el miedo en otros. No hay una manera «correcta» o «incorrecta» de sentirse después de un evento traumático, así que no trate de dictar lo que su hijo debe pensar o sentir.
Anime a su hijo a compartir abiertamente sus sentimientos. Hágale saber que cualquier sentimiento que esté experimentando es normal. Incluso los sentimientos desagradables pasarán si su hijo se abre a ellos. Aunque muchos adolescentes pueden ser reacios a hablar de sus sentimientos con sus padres, anímelos a confiar en otro adulto de confianza, como un amigo de la familia, un pariente, un profesor o una figura religiosa. Es importante que hablen, aunque no sea con usted.
Déjelos llorar cualquier pérdida. Dale a tu hijo tiempo para sanar y llorar cualquier pérdida que haya experimentado como resultado del desastre o evento traumático. Puede tratarse de la pérdida de un amigo, un pariente, una mascota, un hogar o simplemente la forma en que solía ser su vida.
Desaconseje a su hijo que reviva obsesivamente el suceso traumático. Recordar o reproducir continuamente las imágenes del suceso puede sobrecargar el sistema nervioso de su hijo. Fomente actividades que mantengan la mente de su hijo ocupada para que no se centre únicamente en el suceso traumático. Puede leerle a su hijo, jugar juntos o simplemente ver una película edificante.
Desestresarse en familia. Incluso los niños pequeños pueden utilizar simples ejercicios de respiración para aliviar el estrés y sentirse más a gusto en el mundo, mientras que los niños mayores pueden dominar otras técnicas de relajación.
Consejo 1 para la recuperación de los niños y el trauma: reconstruir la confianza y la seguridad
El trauma puede alterar la forma en que un niño o adolescente ve el mundo, haciendo que de repente parezca un lugar mucho más peligroso y aterrador. A su hijo le puede resultar más difícil confiar tanto en su entorno como en otras personas. Usted puede ayudar a reconstruir la sensación de seguridad de su hijo.
Haga que su hijo se sienta seguro de nuevo. Abrazar y tranquilizar puede ayudar a que un niño de cualquier edad se sienta seguro. Aunque los adolescentes pueden intentar resistirse y evitar que los abracen, su afecto físico sigue siendo importante para que se sientan seguros de nuevo.
Anime a su hijo a realizar las actividades que le gustan. Intente asegurarse de que su hijo tenga espacio y tiempo para descansar, jugar y divertirse.
Mantenga las rutinas. Establecer una estructura y un horario predecibles en la vida de su hijo puede ayudar a que el mundo vuelva a parecer más estable. Intente mantener horarios regulares para las comidas, los deberes y las actividades familiares.
Hable del futuro y haga planes. Esto puede ayudar a contrarrestar el sentimiento común entre los niños traumatizados de que el futuro es aterrador, sombrío e impredecible.
Cumpla sus promesas. Puede ayudar a reconstruir la confianza de su hijo siendo digno de confianza. Sea coherente y cumpla lo que dice que va a hacer.
Si no sabe la respuesta a una pregunta, no tenga miedo de admitirlo. No ponga en peligro la confianza de su hijo en usted inventando algo.
Recuerde que los niños suelen personalizar las situaciones. Pueden preocuparse por su propia seguridad aunque el suceso traumático haya ocurrido lejos. Tranquilice a su hijo y ayúdele a situar la situación en su contexto.
Consejo 2: Reduzca al mínimo la exposición a los medios de comunicación
Los niños que han experimentado un acontecimiento traumático pueden encontrar a menudo que la incesante cobertura de los medios de comunicación es aún más traumatizante. La exposición excesiva a las imágenes de una crisis o un evento perturbador -como ver repetidamente videoclips en las redes sociales o sitios de noticias- puede incluso crear estrés traumático en niños o adolescentes que no se vieron directamente afectados por el evento.
Limite la exposición de su hijo a los medios de comunicación sobre el evento traumático. No deje que su hijo vea las noticias o revise las redes sociales justo antes de acostarse, y haga uso de los controles parentales en la televisión, el ordenador y el teléfono para evitar que su hijo vea repetidamente imágenes perturbadoras.
En la medida de lo posible, vea los informes de noticias del evento traumático con su hijo. Puede tranquilizar a su hijo mientras lo ve y ayudarle a situar la información en su contexto.
Evite exponer a su hijo a imágenes y vídeos gráficos. A menudo es menos traumatizante para un niño o adolescente leer el periódico en lugar de ver la cobertura televisiva o ver clips de vídeo del evento.
Consejo 3: Involucre a su hijo
No puede obligar a su hijo a recuperarse de una experiencia traumática, pero puede desempeñar un papel importante en el proceso de curación simplemente pasando tiempo juntos y hablando cara a cara sin televisión, teléfonos, videojuegos y otras distracciones. Haga todo lo posible para crear un entorno en el que sus hijos se sientan seguros para comunicar lo que sienten y para hacer preguntas.
Provea a su hijo de oportunidades continuas para hablar sobre lo que pasó o lo que está viendo en los medios de comunicación. Anímele a hacer preguntas y a expresar sus preocupaciones, pero no le obligue a hablar.
Comuníquese con su hijo de forma adecuada a su edad. Los niños más pequeños, por ejemplo, responderán a los abrazos tranquilizadores y a frases sencillas como «Ya pasó» o «Todo va a estar bien». Los niños mayores, sin embargo, se sentirán más reconfortados si escuchan los hechos y la información sobre lo ocurrido.
Reconozca y valide las preocupaciones de su hijo. El acontecimiento traumático puede hacer aflorar en su hijo miedos y problemas no relacionados. El consuelo para su hijo proviene de sentirse comprendido y aceptado por usted, así que reconozca sus temores aunque no le parezcan relevantes.
Regule a su hijo. El evento no fue su culpa, usted lo ama y está bien que se sienta molesto, enojado o asustado.
No presione a su hijo para que hable. Puede ser muy difícil para algunos niños hablar de una experiencia traumática. A un niño pequeño puede resultarle más fácil hacer un dibujo que ilustre sus sentimientos que hablar de ellos. Luego puede hablar con su hijo sobre lo que ha dibujado.
Sea sincero. Aunque debes adaptar la información que compartes según la edad y la personalidad de tu hijo, la sinceridad es importante. No diga que no pasa nada si pasa algo.
Realice con su hijo actividades «normales» que no tengan nada que ver con el suceso traumático. Anime a su hijo a buscar amigos y a seguir con los juegos, deportes y aficiones que disfrutaba antes del incidente. Vayan al parque en familia, disfruten de una noche de juegos o vean una película juntos.
Consejo 4: Fomente la actividad física
La actividad física puede quemar adrenalina, liberar endorfinas que mejoran el estado de ánimo y ayudar a su hijo o adolescente a dormir mejor por la noche.
Encuentre un deporte que le guste a su hijo. Actividades como el baloncesto, el fútbol, la carrera, las artes marciales o la natación, que requieren mover tanto los brazos como las piernas, pueden ayudar a despertar el sistema nervioso de su hijo de esa sensación de «bloqueo» que a menudo sigue a una experiencia traumática.
Ofrezca participar en deportes, juegos o actividades físicas con su hijo. Si parece resistirse a levantarse del sofá, ponga algo de su música favorita y bailen juntos. Una vez que el niño se ponga en movimiento, empezará a sentirse con más energía.
Anime a su hijo a salir a jugar con sus amigos o con una mascota y a desahogarse.
Programe una excursión familiar a una ruta de senderismo, un lago o una playa. Pasar tiempo en la naturaleza puede aliviar el estrés y mejorar el estado de ánimo general del niño.
Lleve a los niños más pequeños a un parque infantil, a un centro de actividades o concierte citas para jugar.
Consejo 5: alimente a su hijo con una dieta saludable
Los alimentos que ingiere su hijo pueden tener un profundo impacto en su estado de ánimo y en su capacidad para hacer frente al estrés traumático. Los alimentos procesados y precocinados, los carbohidratos refinados y las bebidas y aperitivos azucarados pueden crear cambios de humor y empeorar los síntomas del estrés traumático.
Por el contrario, comer mucha fruta y verdura fresca, proteínas de alta calidad y grasas saludables, especialmente ácidos grasos omega-3, puede ayudar a su hijo o adolescente a afrontar mejor los altibajos que siguen a una experiencia perturbadora.
Centrarse en la dieta general más que en alimentos específicos. Los niños deben comer alimentos enteros y mínimamente procesados, es decir, lo más parecido a su forma natural.
Limite los alimentos fritos, los postres dulces, los aperitivos y cereales azucarados y la harina refinada. Todos ellos pueden afectar negativamente al estado de ánimo del niño.
Cocine más comidas en casa. Las comidas de los restaurantes y la comida para llevar tienen más azúcares añadidos y grasas poco saludables, por lo que cocinar en casa puede tener un gran impacto en la salud de tus hijos. Si preparas grandes lotes, cocinar sólo unas pocas veces puede ser suficiente para alimentar a tu familia durante toda la semana.
Haz que la hora de la comida sea algo más que comida. Reunir a la familia en torno a una mesa para comer es una oportunidad ideal para hablar y escuchar a su hijo sin la distracción de la televisión, los teléfonos o los ordenadores.
Cuándo buscar tratamiento para el trauma de su hijo
Por lo general, los sentimientos de ansiedad, entumecimiento, confusión, culpa y desesperación de su hijo después de una crisis, un desastre u otro acontecimiento traumático comenzarán a desaparecer en un tiempo relativamente corto. Sin embargo, si la reacción de estrés traumático es tan intensa que interfiere con la capacidad de su hijo para funcionar en la escuela o en el hogar -o si los síntomas no comienzan a desaparecer o incluso empeoran con el tiempo- es posible que necesite ayuda de un profesional de la salud mental.
Cuando los síntomas de estrés traumático no se alivian y el sistema nervioso de su hijo permanece «atascado», incapaz de superar el evento durante un período prolongado de tiempo, puede estar experimentando un trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Las señales de advertencia incluyen:
Prevención del suicidio en niños y adolescentes traumatizados
Tome en serio cualquier conversación o comportamiento suicida. No es sólo una señal de advertencia de que su hijo o adolescente está pensando en el suicidio, es un grito de ayuda. Por favor, lea Prevención del Suicidio o llame a una línea de ayuda para el suicidio: