La trinidad de caramelos de Halloween está formada por el maíz dulce, los cacahuetes de malvavisco y, por supuesto, el regaliz negro, que es quizás la golosina más probable que provoque alegría o rabia cuando se introduce en la bolsa de caramelos. Pero hay una cosa que incluso los que se sitúan firmemente en el lado del «amor» de este abismo insalvable con sabor a anís deberían saber: La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) está recordando a todo el mundo este Halloween que, aunque es seguro en pequeñas cantidades, el regaliz negro contiene cosas que pueden enfermar o matar.
Los expertos de la FDA dicen que el caramelo contiene el compuesto glicirricina, que es el sabor dulce que proviene de la raíz del regaliz.
Pero la glicirricina (vamos, dilo cinco veces rápido) puede alterar los niveles de potasio en tu cuerpo. Si esos niveles descienden demasiado, puede experimentar síntomas como aumento de la presión arterial, hinchazón, letargo o incluso ritmos cardíacos anormales o insuficiencia cardíaca congestiva.
Obviamente, eso es malo. Pero la buena noticia es que se necesita una buena cantidad de caramelos para causar un problema. Para los consumidores de más de 40 años, la FDA dice que comer 2 onzas de regaliz negro al día durante al menos dos semanas podría llevarle al hospital con problemas cardíacos.
En general, la agencia recomienda, independientemente de su edad, que las porciones de regaliz negro sean pequeñas y que no se coman grandes cantidades de una sola vez. Si ha estado comiendo grandes cantidades de este caramelo y empieza a sentir que su corazón late de forma extraña o que sus músculos se debilitan, deje de hacerlo inmediatamente y llame a su médico. Esto es doblemente cierto si toma algún medicamento o suplemento dietético que pueda verse afectado por la glicirricina adicional.
Además, si por alguna razón le encanta ese sabor y quiere darse un atracón, muchos caramelos modernos de «regaliz negro» no contienen en realidad regaliz, sino que utilizan diversos aromas a base de anís, y no tendrán los mismos efectos negativos.
Nota del editor: Este artículo apareció originalmente en Consumerist.