El gobierno chino lleva años queriendo estar mejor representado en los índices de referencia mundiales, pero puede descubrir que su estatus viene con un bagaje no deseado.
Una de las cosas valiosas de los mercados chinos -incluso en medio de la actividad especulativa crónica, la falta de transparencia y la enmarañada dinámica de la deuda- es la relativa autonomía de la que goza el país para dirigir su propio ciclo financiero. Su capacidad para ajustar las condiciones financieras de forma independiente significa que sus bonos del Estado, por ejemplo, ofrecen rendimientos que están menos correlacionados con los de otros mercados importantes.
El gran peso de la economía china es parte de lo que le permite ejercer cierto control sobre su ciclo económico, pero también lo es su sistema financiero relativamente cerrado. El jardín amurallado de los controles de capital, que limita el flujo de entrada y salida de inversiones en China, permite al gobierno mantener una especie de microclima económico.
Una de las cosas valiosas de los mercados chinos es la relativa autonomía de la que goza el país para dirigir su propio ciclo financiero.
Foto: aly song/Reuters
La mera designación de un país como mercado emergente en los índices de referencia puede hacer que bolsas dispares -etiquetadas con el rótulo porque cumplen algunas normas de invertibilidad, pero menos que las de sus pares de los mercados desarrollados- se comporten más parecidas entre sí, con capitales extranjeros que las inundan y huyen al mismo tiempo.
Si China estuviera más abierta a los flujos de capital extranjero, se encontraría más expuesta a las fuerzas financieras que escapan a su control. De hecho, las partes de la economía quizá más abiertas a la inversión exterior -las acciones cotizadas disponibles para su compra a través de las plataformas de Stock Connect- han empezado a responder más a las decisiones sobre política económica tomadas en Washington.
Según un trabajo de Chang Ma, profesor adjunto de finanzas en la Universidad de Fudan, y dos coautores, las empresas chinas a las que se puede acceder a través del Connect disfrutan de menores costes de financiación y mayores rendimientos. Se comprobó que su gasto de inversión es sensible a un endurecimiento inesperado de la política monetaria estadounidense, en comparación tanto con sus competidores, como con ellos mismos antes de la existencia del Connect.
La decisión del MSCI de incluir a China es, en general, una victoria para el mercado de valores del país. Pero los flujos a través del Connect ya se han vuelto más volátiles este año, registrándose breves descensos. Un mayor acceso y atención por parte del resto del mundo podría tener también consecuencias negativas.
Después de años de presión para convertirse en un mercado emergente, China puede descubrir que obtiene un poco más de lo que deseaba.
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