Celia Cruz, la «Reina de la Salsa», fue una de las más notables embajadoras de la cultura cubana del siglo XX. Cruz nació como «Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso» de padres de clase trabajadora en La Habana, Cuba. Su padre, Simón Cruz, era fogonero del ferrocarril, y su madre, Catalina Alfonza, cuidaba de su extensa familia de 14 personas.
Creciendo en el clima musical ecléctico y visionario de la Cuba de los años 30, Cruz estuvo expuesta a una gran variedad de géneros musicales. Comenzó a cantar profesionalmente en la popular emisión diaria de Radio García-Serra, una importante vía para la promoción de nuevos talentos.
El primer avance musical de Cruz se produjo en 1950, cuando se convirtió en la cantante principal de la orquesta cubana Sonora Matancera. Allí conoció a su marido, el también músico Pedro Knight, con quien se casó en 1962. Se hizo famosa en toda Cuba por su característico grito de guerra, «¡Azúcar!». Con este único grito comenzaba la mayoría de sus actuaciones, lo que le permitía vincular su música a la historia de la economía azucarera cubana, la violencia de la esclavitud y la vibrante diversidad cultural resultante.
En la década de 1950, la música cubana se había hecho popular en todo el mundo, pero especialmente en EE.UU. El Tropicana, un club nocturno de La Habana de fama mundial, personificaba el espectáculo y el glamour del cabaret musical cubano. Fue aquí donde Cruz demostró su talento. Actuó en diversos musicales, lo que le permitió lanzar su carrera como artista en solitario.
Cuando Fidel Castro llegó al poder en Cuba en 1959, Cruz y su marido, junto a otros muchos músicos, abandonaron el país. Se reunieron con la Sonora Matancera, que trabajó en Ciudad de México durante el año siguiente. Durante su estancia en México, Cruz hizo varias apariciones en la televisión y el cine mexicanos. Su estancia contribuyó a su creciente reputación internacional.
En 1961, ella y su marido se trasladaron a la ciudad de Nueva York, donde se unieron a otros cubanos, puertorriqueños, dominicanos y norteamericanos de habla hispana para crear el sonido que se conoció como «Salsa». Esta música llegó a ejemplificar la contracultura latina de la década de 1970.
Cruz abandonó definitivamente la Sonora Matancera en 1965 y comenzó una relación musical con el famoso director de orquesta Tito Puente. Su asociación profesional duró hasta 1973. Juntos grabaron ocho discos para Tico Records. En 1974, se unió al sello Fania, pasando a formar parte de un conjunto de músicos de salsa conocido como «Fania All-Stars».
Cruz fue una mujer poco común en el mundo de la música de salsa afrolatina, dominado por los hombres. Durante más de medio siglo, la poderosa voz de la «Reina de la Salsa» y su electrizante ritmo le valieron más de 100 reconocimientos mundiales, múltiples discos de platino y oro, tres premios Grammy, cuatro premios Grammy Latinos y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Celia Cruz murió de cáncer cerebral en su casa de Nueva Jersey el 16 de julio de 2003, con su marido, Pedro Knight, a su lado.