Se pueden contar con los dedos de una mano en la que un equipo se alza con el campeonato de la NBA de manera ineseperada. La igualdad o la cercanía entre ambos contendientes suele ser más o menos la norma general salvo excepciones debidas a lesiones como en el caso de 2019. Rara es la ocasión en la que el conjunto que parte como underdog es capaz de dar la vuelta a todos los pronósticos y convertirse en firme campeón de la mejor liga del mundo.
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Las Finales de 2004 son, quizás, el mejor ejemplo de esto, pues un elenco de cuatro Hall of Famers compuesto por Shaquille O’Neal, Kobe Bryant, Karl Malone y Gary Payton sucumbió por 4 a 1 frente a un grupo con tan solo un All-Star por aquel entonces y cuyo estilo de juego les haría infranqueables: Detroit Pistons. Con Chancey Billups a los mandos del sistema el juego se movía lento y las contadas oportunidades de canasta se aprovechaban al máximo. Junto a él, un elenco de protectores de aro con Ben Wallace a la cabeza y secundado por Rasheed Wallace, que limitaría a la mínima expresión a todos aquellos Lakers no apellidados O’Neal y que dinamitaría las pocas esperanzas de supervivencia que quedaban en aquel proyecto.
Los nuevos Bad Boys de Detroit serían fruto de su tiempo, proponiendo un baloncesto a media cancha más propio del siglo pasado y cuya eficacia se comprobó como imparable para una NBA que progresivamente se iría abriendo hacia un juego más abierto y no tan focalizado en la defensa.
Reconstrucción express
Tras el final de la etapa de Grant Hill en Detroit, los Pistons supieron rearmarse rápidamente realizando una serie de movimientos a través de los cuales se hicieron con jugadores que serían clave en su futuro, como Chucky Atkins y Ben Wallace, que vinieron en el sign&trade por Hill. Además acertarían en el Draft al elegir a Tayshaun Prince y Mehmet Okur, asegurándose un futuro con jugadores de banquillo sólidos.
Las dos piezas que harían de este un proyecto ganador serían Richard Hamilton, por el que se sacrificó a un jugador franquicia como Jerry Stackhouse, a lo que se añadiría a Chauncey Billups que vendría proveniente de la agencia libre tras un ir y venir de equipos en sus primeros cinco años en la liga. A partir de aquí, el proyecto de Joe Dumars tendría los condicionantes suficientes para convertir a un equipo underdog en una auténtica máquina de triturar equipos.
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Un gran 2003 confirmaba la buena senda, el barrido ante New Jersey Nets en las Finales de Conferencia dejaba claro que el equipo tenía potencial para llegar lejos pero le faltaba maduración. Por ello, Larry Brown sustituiría al arquitecto del éxito previo como era Rick Carlisle. Mano dura y veteranía para hacer de estos Pistons un grupo todavía más sólido cuyo inicio de temporada en 2003-2004 no alcanzaría a satisfacer a Dummrs.
«No se trataba de estrellas. Se trataba de jugadores de calidad, dos profundos en cada posición”, dijo Scott Perry en Yahoo! que trabajaba en los Pistons en esa época. «Esa fue una gran parte de la filosofía de Joe Dumars. Tomaríamos 10 jugadores muy buenos de equipos que no tenían una filosofía así. La evaluación de nuestro talento fue dirigida por el liderazgo de Joe», afirmó.
Llegados al deadline los de Michigan acumulaban seis derrotas seguidas y habían experimentado una regresión en resultados más que evidente, con un balance de 33-22 por el cual seguían en segunda posición del Este, pero entendiendo que necesitaban algo más. Momento en el que tomaron la determinación de liderar un movimiento a tres bandas que cambió para siempre su historia.
Wallace&Wallace
El 19 de febrero de 2004 como parte de un traspaso a tres bandas entre Boston Celtics, Atlanta Hawks y Detroit Pistons, estos últimos se hacían con el problemático y talentoso Rasheed Wallace, que apenas había jugado un encuentro en Atlanta a cambio de perder a Chucky Atkins, Lindsey Hunter y una primera ronda rumbo a Boston (que acabaría siendo Tony Allen), así como Željko Rebrača, Bob Sura y una primera ronda para Atlanta (que se tradujo en Josh Smith). Un movimiento que, visto en retrospectiva, fue positivo para todas las partes y que hizo del equipo de Michigan imparable.
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En los 22 partidos que disputó Sheed en ese final de temporada regular promediaría 13 puntos y 7 rebotes, aumentando considerablemente la fluidez y diversidad ofensiva del equipo así como facilitando la infravalorada tarea defensiva de Ben Wallace. Desde que este se uniese a las órdenes de Brown, el equipo firmaría un final de campaña impecable con 20 victorias y tan solo 6 derrotas, que hicieron de ellos el segundo mejor balance del Este pero el tercer clasificado por el formato de divisiones.
En ese final de campaña la mejoría defensiva de Detroit con la dupla formada por los dos Wallace que reforzaba la estructura previa haría de los Pistons una auténtica locomotora. En 12 de los 26 últimos partidos dejarían a sus rivales por debajo de los 70 puntos y en ninguna ocasión superarían estos los 100, para acabar como la segunda mejor defensa, el segundo equipo que menos acierto rival permitía y el sexto que más pérdidas provocaba.
El camino al éxito
El primer escollo en su trayecto hacia el anillo serían los Milwaukee Bucks de un Michael Redd al cual inutilizaron completamente, dejándole en tan solo 18 puntos por encuentro con un 41% de acierto, por los 22 que había promediado en la temporada, demostrando ser un escolta con recursos de sobra para zafarse del acoso y derribo que Prince le impuso. Los de Wisconsin no supondrían un gran escollo en la primera ronda, sorprendiendo en el segundo encuentro disputado en Milwaukee pero lejos de poder plantar cara a la perfecta sinfonía de los Pistons, que vencieron 4 a 1.
Si el año previo el alto ritmo y juego vertical de los New Jersey Nets les había sido inalcanzable, en este 2004 no iban a darse por vencidos tan facilmente los de Michigan. Los de Larry Brown bajaron a 85 las posesiones de media de sus rivales por las casi 90 a las que habían acostumbrado a jugar durante todo el curso, aumentaron las pérdidas en los Nets y Billups pasó por encima de Kidd para dejarle en apenas 10 puntos por encuentro. La serie se iría hasta los 7 partidos después de que New Jersey se pusiera 2-3, paso previo a una remontada por parte de los Pistons que les conduciría a las Finales de Conferencia un año más.
Allí esperaban los Indiana Pacers del veterano Reggie Miller, que estaba acompañado de un joven Jermaine O’Neal que se había asentado como el proyecto del equipo de cara al futuro. De nuevo con la defensa como protagonista y Prince y Hamilton brillando en estas parcelas, los de Michigan sufrirían para doblegar a los campeones de su división y presentarse en las primeras Finales de la franquicia desde 1990, tras vencer por 4-2.
Detroit no era favorito en ninguna apuesta, de hecho eran la séptima franquicia con más posibilidades de ganarlo según las predicciones de pretemporada. «Siempre nos sentimos como los favoritos”, dijo Billups sobre la eliminatoria ante Lakers. «No escuchamos lo que todos los demás decían. No nos importaban los nombres que estaban allí”. Los Lakers tenían los mejores jugadores, pero no eran un equipo como tal y así se mostraron durante toda la eliminatoria, en la que Detroit demostró una y otra vez la solidez de su grupo así como lo bien organizados que tenían los papeles.
«Es posible que hayan tenido mejores jugadores individuales, pero siempre sentimos que éramos un mejor equipo», diría Billups tras ganar el anillo en el quinto encuentro. «Se trata de jugadores», dijo Larry Brown. «Este deporte se trata de jugadores que juegan de la manera correcta y les muestran a los niños que puedes ser un equipo y ser exitoso, y es genial para nuestra liga».
Desde ese momento se han coronado como campeones de la NBA ocho franquicias diferentes y todas ellas tenían a uno o varios All-Stars, algún ganador de un premio individual o más de un jugador en los mejores quintetos (solo Ben Wallace entró en el segundo All-NBA y primero All-Defense). La historia de los Pistons es única, está fundamentada en un esquema defensivo irreproducible actualmente y sostenida por las ganas de aprovechar el momento.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.