- 18 de febrero de 2016
- Por Dhyan Summers, MA, LMFT, experto en temas de GoodTherapy.org Topic Expert
Debido a que es mayormente silencioso e invisible, la negligencia emocional infantil es un fenómeno en gran medida ignorado en psicología. A diferencia de la negligencia física o el maltrato, donde hay señales como moretones o niños que llegan a la escuela mal alimentados, la negligencia emocional es difícil de identificar, ya que a menudo no hay señales observables. Y lo que es más importante, la negligencia emocional no suele ser reconocida por el niño hasta que los síntomas empiezan a aparecer en la edad adulta.
La negligencia emocional puede adoptar muchas formas, desde que un padre tenga expectativas poco realistas o no escuche con atención, hasta que invalide las experiencias emocionales del niño hasta el punto de que empiece a tener dudas sobre sí mismo. Cuando un progenitor no está en sintonía emocional con su hijo, no hay un espejo que se sostenga, ni un reflejo positivo que se comparta con el niño. Por lo tanto, desarrollar un sentido positivo de sí mismo se convierte en un reto para el niño.
Síntomas de la negligencia emocional
Como se indica en Running on Empty: Overcome Your Childhood Emotional Neglect de la Dra. Jonice Webb, los síntomas de la negligencia emocional en la infancia que se manifiestan en los adultos pueden incluir (pero no se limitan a):
- «Adormecimiento» o estar aislado de los propios sentimientos
- Sentir que falta algo, pero sin estar seguro de qué es
- Sentirse vacío por dentro
- Ser fácilmente abrumado o desanimado
- Baja autoestimaestima
- Perfeccionismo
- Sensibilidad pronunciada al rechazo
- Falta de claridad respecto a las expectativas de los demás y a las tuyas propias
Aunque tener estos síntomas no significa necesariamente que hayas sido descuidado emocionalmente, si te identificas con más de un síntoma, puede valer la pena hablar con un terapeuta sobre la posibilidad.
¿Qué tipo de padres tienden a descuidar emocionalmente a sus hijos?
En primer lugar, permítame decir que la mayoría de los padres son bien intencionados y tienen buenas intenciones y generalmente hacen lo mejor que pueden. Algunos pueden haber experimentado ellos mismos la negligencia emocional cuando eran niños, y por lo tanto pueden no tener mucho que dar emocionalmente. Sin embargo, hay algunos estilos y características de crianza que se prestan a la negligencia emocional.
Los padres autoritarios quieren que sus hijos sigan las reglas, y tienen poco tiempo o inclinación para escuchar los sentimientos y necesidades de un niño. En la edad adulta, los niños criados por un padre autoritario pueden rebelarse contra la autoridad o tal vez volverse sumisos.
Los padres permisivos tienen una actitud de laissez-faire sobre la crianza de los hijos y pueden dejar que los niños se valgan por sí mismos. Los niños criados por padres permisivos pueden tener dificultades para establecer límites y fronteras por sí mismos en la edad adulta.
Los padres con cualidades narcisistas sienten que el mundo gira en torno a ellos. Por lo general, todo gira en torno a las necesidades del padre en lugar de las del niño. Cuando son adultos, estos niños pueden tener dificultades para identificar sus necesidades y asegurarse de que se satisfacen. Incluso pueden sentir que no merecen que se satisfagan sus necesidades.
Los padres perfeccionistas tienden a creer que sus hijos siempre pueden hacer más o mejor. Estos son los padres que pueden quejarse cuando un niño lleva a casa un boletín de notas con todos los sobresalientes y un aprobado. Los hijos de estos padres pueden crecer como perfeccionistas y establecer expectativas irrealmente altas para ellos mismos, lo que da lugar a la ansiedad en torno a los sentimientos de no ser nunca lo suficientemente buenos.
Los padres ausentes pueden alejarse de la vida de un niño por una variedad de razones, como la muerte, la enfermedad, el divorcio, el trabajo de muchas horas o los viajes frecuentes por trabajo. Los hijos de padres ausentes acaban criándose a sí mismos en gran medida, y si son el hijo mayor pueden criar también a sus hermanos menores. Estos niños tienden a ser excesivamente responsables, lo que puede trasladarse a la vida adulta. Cuando son niños, parecen pequeños adultos, sobrecargados de preocupaciones por sus familias.
Consejos para recuperarse del abandono emocional
Entonces, ¿qué puedes hacer si crees que puedes haber sido abandonado emocionalmente cuando eras niño? Aquí tienes algunos consejos:
1. Aprende a ser consciente de las emociones positivas y negativas cuando las estás experimentando.
Si has pasado tu vida adulta desconectado de tus sentimientos, el primer paso es aprender a identificar la emoción positiva y negativa. Es importante reconocer sólo los sentimientos buenos e incómodos para empezar.
Una vez que tengas eso claro, puedes centrarte en notar matices más sutiles de los sentimientos. Es posible que ni siquiera tenga palabras para expresar cómo se siente, lo cual es perfectamente normal si no creció en un hogar donde la gente hablaba de sus sentimientos.
2. Identifique sus necesidades y tome medidas para satisfacerlas.
Muchos adultos que experimentaron negligencia emocional cuando eran niños a menudo no son conscientes de lo que necesitan y normalmente no se sienten merecedores de que se satisfagan sus necesidades. Desarrolle su vocabulario emocional investigando las emociones y necesidades en Internet o en la biblioteca. Una vez que sepas lo que necesitas, es hora de pasar a la acción.
3. Si crees que no mereces que se satisfagan tus necesidades, reconoce la creencia y considérala sólo como eso: una creencia, no un hecho.
Puede ser útil empezar a deconstruir viejas creencias que has mantenido durante mucho tiempo y que quizá ya no sean ciertas. Al igual que cualquier otra persona del planeta, tienes necesidades emocionales que mereces que se satisfagan, independientemente de lo que hayas experimentado en la infancia.
4. Sé amable contigo mismo y cuídate bien, empezando por pequeños pasos.
Los adultos que experimentaron negligencia emocional cuando eran niños suelen tener dificultades con el autocuidado. Al no ser conscientes de sus sentimientos y necesidades, a menudo no saben por dónde empezar. Intente tratarse a sí mismo con el mismo cuidado y delicadeza que le daría a un niño que no fuera capaz de cuidarse a sí mismo. Sé tierno y compasivo contigo mismo, especialmente si tiendes a ser autocrítico o a juzgarte.
Y recuerda: ¡Roma no se construyó en un día! Esto es un proceso. Cuando te despellejas la rodilla, necesitas limpiar la herida y exponerla a la luz del día; lo mismo ocurre con las heridas emocionales. Atrévete a sacar la herida de su escondite, dale un poco de luz y aire, y estarás en el camino de la curación.