Mientras Aladino y la princesa Jasmine se preparan para su boda, Aladino recupera una daga, su único recuerdo de su padre perdido, que abandonó a su familia cuando Aladino era un niño pequeño. Durante la ceremonia, ellos y los invitados reunidos se encuentran en el punto de mira de una incursión de los infames Cuarenta Ladrones, liderados por un hombre llamado Cassim, que busca un tesoro en particular: un bastón que es el receptáculo de un poderoso oráculo. Aladino, Abú, Jazmín y el Genio descubren al Oráculo, que tiene el poder de responder una sola pregunta sobre absolutamente cualquier cosa a cualquier individuo. Cuando Iago le pregunta accidentalmente por qué los ladrones quieren tanto el bastón, ella dice que estaban buscando el «tesoro definitivo». Al conocer el poder del Oráculo, Aladino siente curiosidad por su pasado. Ella le insinúa que esas preguntas pueden ser respondidas por su padre, que aún está vivo, para sorpresa de Aladino. Después de que Jazmín le anime, Aladino pregunta al oráculo por su padre; el oráculo le revela que su padre está con los Cuarenta Ladrones, «atrapado en su mundo».
Aladino, junto con Abu, Iago y Carpet, les sigue la pista y se mete de polizón en su escondite, el Monte Sésamo, donde descubre, para su sorpresa, que su padre es en realidad el propio Cassim. Aunque Aladino comparte un breve y sincero reencuentro con Cassim, el subordinado de éste, Sa’luk, intenta castigar a Aladino por entrar en el escondite. Cassim, sin embargo, sugiere astutamente que Aladino se enfrente al «Desafío», un ritual de iniciación en el que debe derrotar a otro de los Cuarenta Ladrones y ocupar su lugar. Sa’luk se enfrenta a Aladino, pero éste apenas logra imponerse arrojando a su oponente por un acantilado al mar. Le dan la bienvenida a la banda, y Cassim le revela a Aladino por qué ha dejado a su mujer y a su hijo: Para encontrar la Mano de Midas, un poderoso artefacto que puede transformar en oro todo lo que toca. Cassim creía que, con la Mano, podría volver con su familia y darles la vida que merecían en lugar de vivir en la calle, y había instigado la incursión para poder capturar el bastón del oráculo e interrogar al vidente sobre el paradero exacto del artefacto. Aladino convence a Cassim de que regrese con él a Agrabah para llevar una vida honesta. Inicialmente reacio, Cassim acaba aceptando cuando Iago le revela inadvertidamente que la boda de Aladino puede ser su última oportunidad de conseguir el Oráculo.
Durante un tiempo, Cassim se alegra de pasar tiempo de calidad con su hijo. Cassim se reúne con Genio, Jazmín y el Sultán, e inmediatamente le toman cariño. Cassim decide continuar su plan original con Iago como nuevo secuaz. Mientras tanto, Sa’luk llega a Agrabah, se revela a Razoul y vende a sus compañeros ladrones diciéndole la contraseña de su escondite a cambio de inmunidad. Después de capturar a treinta y uno de los ladrones, Sa’luk le dice a Razoul que Aladino es uno de los cuarenta, y que su padre Cassim es el propio Rey. Mientras intentan robar el Oráculo de la cámara del tesoro del palacio, Cassim y Iago son capturados por los guardias reales, y Razoul revela al Sultán que Cassim es el Rey de los Ladrones. El Sultán hace que Razoul detenga a Cassim y a Iago en el calabozo de por vida. Aladino libera a Cassim, pero es descubierto por Razoul. A pesar de ser un criminal, Aladino regresa a palacio para asumir la responsabilidad de sus actos. El Sultán se prepara para castigar a Aladino, pero Genie y Jasmine salen en su defensa, afirmando que lo único que quería era dar una segunda oportunidad a su padre. El Sultán acepta sus disculpas, para consternación de Razoul.
Con el oráculo en la mano, Cassim y Iago regresan al Monte Sésamo, sólo para ser capturados por Sa’luk y los siete ladrones restantes. Cassim se ve obligado a utilizar el oráculo robado para encontrar la ubicación de la Mano de Midas y luego llevar a sus hombres hasta allí. El oráculo les dirige a La Isla de la Fuga, una gran fortaleza de mármol construida sobre el lomo de una gigantesca tortuga submarina que se sumerge periódicamente en el fondo del océano, donde se esconde la Mano. Iago escapa y va a guiar a Aladino y a Jazmín, a Abú y a la Alfombra hasta su padre encarcelado. Aladino consigue liberar y reconciliarse con su padre. Trabajando juntos, recuperan la Mano justo cuando la tortuga empieza a sumergirse, cuando son atacados por Sa’luk. Mientras intentan huir de la inundación, Sa’luk toma a Aladino como rehén, exigiendo que Cassim entregue la Mano. Cassim lanza la Mano de Midas a Sa’luk. Sa’luk agarra la Mano -pero por la propia mano de oro en lugar del mango de madera- y se transforma en una estatua de oro sin vida, mientras Cassim y Aladino huyen. Al darse cuenta de que su obsesión por la Mano puede causar destrucción y de que su hijo es en realidad su último tesoro, Cassim arroja la Mano al barco con los restantes ladrones a bordo, convirtiéndola en oro y hundiéndola.
Esa noche, Aladino y Jazmín se casan por fin, con Cassim asistiendo en la sombra, ya que el Sultán ha decidido conmutar la pena de cadena perpetua en un exilio hasta que compense todos sus crímenes. Entre los invitados también hay varios cameos de personajes de la serie de televisión. A pesar de que el Sultán le perdona, Iago decide unirse a Cassim como compañero de viaje durante un tiempo, y ambos salen de nuevo a conocer el mundo.