Te sientas con tu jefe para tu revisión anual. A pesar de que la mayoría de los comentarios son positivos, una sola crítica se aloja en tu cabeza y te hace sentir mal toda la semana. ¿Le resulta familiar?
Si es así, no está solo: Es nuestra naturaleza fijarse en las malas noticias, un fenómeno conocido por los psicólogos como sesgo de negatividad. Esta paranoia incorporada es un remanente de nuestros días de cazadores-recolectores, cuando la supervivencia significaba estar constantemente atento al peligro. «La misma química neurohormonal que evolucionó para alejarnos de los leones que cargaban contra nosotros, está hoy en día preparada cuando nos sentimos mínimamente amenazados», dice el doctor Rick Hanson, fundador del Instituto Wellspring de Neurociencia y Sabiduría Contemplativa. «Pero mientras que esta reacción de estrés puede haber sido útil en el Serengeti, es perjudicial ahora».
Una razón: Los encuentros negativos tienden a dejar impresiones más fuertes que los positivos porque provocan reacciones más intensas. Como resultado, desarrollamos una memoria selectiva para los fracasos, los desaires y las malas rachas, lo que puede hacer que nos sintamos impotentes o víctimas, o que evitemos correr riesgos.
Nuestra memoria selectiva también puede llevarnos a hacer juicios severos. Estudios que se remontan a la década de 1960 han descubierto que es más fácil formarse una mala opinión que una buena sobre una persona desconocida (lo que ayuda a explicar por qué los anuncios de ataque político son tan eficaces). Seamos justos o no, es más probable que descalifiquemos a un nuevo conocido por mirar su teléfono en medio de la conversación que que le demos puntos por silenciar su timbre.
Por suerte para nosotros (y para las personas que conocemos), podemos tomar medidas para evitar que nuestra mente sea secuestrada por el pesimismo. Hemos preguntado a tres expertos -un coach de vida, un neuropsicólogo y un coach ejecutivo- cómo acallar a nuestro pesimista interior.
Combate la paranoia con planificación
«Siempre que hagas un gran cambio en tu vida, es vital tener un plan claro. Esta visión será el ancla que evitará que te dejes arrastrar por las dudas. También es importante seguir avanzando cuando las cosas vayan mal, que por supuesto lo harán. Por ejemplo, imagina que te sientes herido por un comentario sobre tu progreso. En lugar de pensar en ello, céntrate en lo que está bajo tu control. Tal vez hables con la persona al respecto o te preguntes por qué te sientes tan sensible. Recuerda que no eres impotente». -Marcia Reynolds, PsyD, coach de vida y autora de Outsmart Your Brain
Para y huele el café
«Hay una expresión en la neurociencia: Las neuronas que se disparan juntas se conectan. Esto significa que los nuevos patrones de pensamiento pueden cambiar la fisiología de nuestro cerebro. Así que, aunque no podemos ignorar las malas noticias, podemos entrenar nuestro cerebro para que esté más atento a la buena información. Cuando notes un detalle positivo en ti mismo o en otra persona, o en tu entorno, intenta saborearlo durante al menos diez segundos. La mayoría de estas observaciones serán tan simples como «el sol está brillando» o «este café sabe bien», pero hazlo un puñado de veces al día y sentirás un cambio emocional». -Rick Hanson, PhD, neuropsicólogo y coautor deBuddha’s Brain
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